Este artículo se publicó hace 13 años.
"El santuario": la diferencia entre producir y dirigir por James Cameron
Después de su éxito histórico con "Avatar", James Cameron apadrina una nueva cinta en visión estereoscópica y con un mundo desconocido: "El santuario", cinta de Alister Grierson que ofrece un espectáculo espeleológico submarino apasionante pero que flaquea en su narrativa.
Hubo una época, concretamente en los años ochenta, en la que la coletilla "una producción de Steven Spielberg" parecía redimir infinidad de subproductos comerciales. Luego surgieron numerosas comedias británicas con el sambenito de: "De los productores de 'Cuatro bodas y un funeral". Y "El santuario" puede comenzar un fenómeno similar con el subtítulo de "producida por James Cameron".
Sinónimo de espectáculo grandilocuente, de innovación tecnológica y de éxito de taquilla avasallador -las dos películas más taquilleras de todos los tiempos, "Titanic" y "Avatar", son suyas-, Cameron intenta contagiar el aliento épico a esta nueva producción que, en cambio, navega -y sobre todo bucea- por corrientes del todo convencionales.
El padrino Cameron ha reunido, todo hay que decirlo, apenas 30 millones de dólares para una cinta que, eso sí, despliega todos sus medios hasta conseguir un aspecto muy atractivo: cámara submarina durante gran parte del metraje y ambientación claustrofóbica dentro de una gruta interminable.
Hasta ahí bien: "El santuario" funciona durante una hora tan bien como un documental en 3D proyectado en una gran pantalla. Su paseo por las grutas calcáreas y por las aguas subterráneas bien podría ser la atracción estrella de un parque temático.
Pero, por lo general, el cine también tiene la función de contar historias y la de "El santuario" puede prácticamente trazarse desde los primeros cinco minutos de proyección: listillo lleva a su inexperta chica a una arriesgada expedición, en la que veterano cascarrabias impone férreamente su criterio para desesperación de su hijo, que sigue sus pasos a regañadientes.
La excursión avanzará por un camino prácticamente religioso: expiación, sacrificio, castigo divino, reconciliación y honor serán los terrenos que pisan sus protagonistas sin evitar ningún tipo de valores tradicionales y exhibiendo sin pudor moralina de medio pelo.
Y mientras los personajes van cayendo como chinches, la eliminatoria darwinista conducirá al enfrentamiento de protagonista contra antagonista, que para qué ahorrar en maniqueísmos.
El resultado es tan vistoso durante esa primera hora -sobre todo si es en 3D- como cansino como la hora restante. Y el público, esta vez, ha dictado un justo veredicto: en su estreno en Estados Unidos hace una semana arrancó solo 9,5 millones de dólares (6,9 millones de euros) en tres días.
A España llegará mañana viernes y todavía no tiene fecha prevista en Latinoamérica.
Mateo Sancho Cardiel.
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