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El saqueo del país de los lémures

Grupos armados asaltan las reservas de Madagascar para robar su madera y vendera a países europeos

MANUEL ANSEDE

No puedo dar muchos detalles, porque pondría en peligro a mis fuentes, a mi familia y a mí mismo', se disculpa de manera dramática Eric Mathieu, un conservacionista francés que trabaja en el Parque Nacional de Marojejy, un santuario situado en el montañoso extremo noreste de Madagascar y clasificado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. El parque, único refugio de uno de los primates más amenazados del planeta, el lémur sifaka sedoso, ha cerrado sus puertas. Desde que un golpe de Estado colocó a Andry Rajoelina, un antiguo pinchadiscos de tan sólo 34 años, al frente del Gobierno, la anarquía se ha adueñado del país. Y bandas de hombres armados se pasean por Marojejy para saquear uno de sus recursos más preciados: la madera de palo de rosa.

La alerta ecológica en Madagascar no es una crisis interna. El 80% de su fauna no se puede encontrar en ninguna otra parte del mundo. Todos los lémures y la mitad de las especies de camaleón viven allí. Y sólo allí. Si una sola de estas especies únicas se extingue, desaparecerá de Madagascar, pero también de todo el planeta.

Mathieu ha hecho un sobrecogedor llamamiento en la página web oficiosa del parque. 'Los árboles de palo de rosa son el objetivo principal de las bandas, pero, al mismo tiempo, con esta voluntad destructiva llena de odio, devastadora y sin control, esta apropiación sin vergüenza de los recursos forestales causará numerosos daños al parque', se lamenta. 'Y, más irritante aún, la supervivencia de las poblaciones de los amenazadísimos sifaka sedosos, que sólo existen en el parque y sus alrededores, podría ponerse en cuestión', añade. Según las últimas estimaciones, apenas quedan unos pocos centenares de ejemplares en el noreste del país, acosados por los cazadores furtivos, que los persiguen por su carne.

El expolio de los recursos naturales de Marojejy se repite en otros puntos de la isla, como el cercano Parque Nacional de Marsoala. Las ONG locales denuncian la apertura de minas ilegales en áreas protegidas y una intensificación del tráfico ilegal de especies salvajes, sobre todo de reptiles. La crisis es tan alarmante que, en los últimos días, la Unesco, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y multitud de organizaciones ecologistas, como WWF, han emitido diferentes comunicados instando al nuevo Gobierno a detener inmediatamente el saqueo de los santuariosnaturales.

El director general de los Parques Nacionales de Madagascar, Guy Suzon Ramangason, cree que los cabecillas de la depredación están, también, fuera de la isla. 'Ahora hay muchos hombres extranjeros en el noreste del país y, según nuestros informes, la madera procedente del pillaje se exporta en barco a Asia, y desde allí se vende, ya trabajada, a países europeos', explica a Público por vía telefónica. Una vez más, la introducción de un simple intermediario permite burlar las leyes europeas, que vetan la importación de maderas exóticas de dudoso origen. Los árboles a los que se agarran hoy los lémures llegan mañana en forma de muebles, guitarras y pianos, procedentes de China ySingapur, a países como Italia, España y Francia.

La alarma, como indica Ramangason, no es nueva. 'La situación en las reservas de Marojejy y Marsoala es crítica, porque desde hace un decenio existe el tráfico ilegal de maderas preciosas, sobre todo de palo de rosa. Y en cada crisis política se produce un recrudecimiento del pillaje', apunta.

Estas bandas, organizadas y bien financiadas, actúan como profesionales del saqueo. Sólo un día después del comienzo de la crisis política, el 26 de enero, las mafias asaltaron los almacenes de la Dirección de Medio Ambiente en Antalaha, cerca deMarojejy, y robaron más de 500 toneladas de troncos, incautadas en los últimos tiempos a los propios traficantes.

Ramangason, que ya estaba al frente de los parques nacionales malgaches con el presidente depuesto, Marc Ravalomanana, asegura que las nuevas autoridades tienen la voluntad de continuar con las medidas conservacionistas arrancadas por el anterior Gobierno. En los últimos días, dice, pequeñas patrullas de militares circulan por los parques nacionales para espantar a los saqueadores, pero es muy pronto para que los científicos y los turistas vuelvan a la reserva. 'Adentrarse en la selva ahora es muy peligroso', admite.

Ramangason, que asistirá en mayo a una reunión de la Unesco en Sevilla, reconoce que hay que aumentar la presencia del Ejército en las áreas protegidas, pero en este momento 'existen otras prioridades, como la seguridad de la población'. El conflicto político ha provocado la muerte de unas 170 personas y ha dinamitado la estructura económica del país. Y, por si fuera poco, el paso del ciclón tropical Jade por el norte de la isla mató a una decena de personas y dejó sin hogar a más de 33.000. Al mismo tiempo, el sur sufre una grave sequía que amenaza con estropear la cosecha y causar una catástrofe alimentaria.

El joven ex pinchadiscos se enfrenta a una explosiva combinación de crisis. Y sin recursos económicos. La Unión Africana, inspirada en la UE, ha suspendido la condición de miembro de Madagascar. Y países como EEUU y Noruega, importantes donantes durante la anterior Administración, han cancelado el envío de ayudas al desarrollo, por desconfianza hacia el Gobierno autoproclamado. Sin embargo, la cooperación es urgente: la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios pide 77 millones de euros para evitar un desastre aún mayor.

A pesar de estas prioridades, Mathieu subraya que la principal medida para frenar la destrucción de los parques naturales malgaches no requiere desviar a los lémures fondos destinados para paliar la catástrofe humana. Apenas requiere una firma. 'Hace falta actuar inmediatamente y bloquear todas las importaciones de maderas preciosas en Europa y Estados Unidos, aunque provengan de países asiáticos', clama.

Los grupos conservacionistas temen que, si la crisis se perpetúa, algunas especies únicas desaparezcan de su hábitat y sólo sobrevivan en los zoológicos. No será el caso del sifaka sedoso, incapaz de vivir en cautividad por las exigencias de su dieta. El único refugio del mono más amenazado del planeta es una selva tomada por las motosierras.

La crisis ecológica en Madagascar sigue el guión escrito en otros choques armados. Según un reciente estudio de la organización Conservation International, el 80% de los grandes conflictos bélicos que estallaron en el mundo entre 1950 y 2000 ocurrió en los principales núcleos de biodiversidad del planeta. Al igual que, en menor escala, ocurre en Madagascar, la venta de madera ilegal alimentó las arcas de las diferentes facciones en las guerras de Liberia, Camboya y República Democrática del Congo.

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