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Sarkozy coloca al duro Hortefeux al frente de Interior

El hasta ahora titular de Trabajo es el hombre fuerte de su nuevo Gobierno

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En busca de un Ejecutivo capaz de definir "prioridades nacionales", Nicolas Sarkozy procedió ayer a una vasta remodelación de su Gobierno. Ascendió a su fiel entre los fieles, el duro Brice Hortefeux. Y, por si la señal no fuera clara, fulminó a la secretaría de Estado de Derechos Humanos, degradando a la cartera de Deportes a su titular, la llamada perla negra Rama Yade.

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Ocho caras del precedente gabinete de Sarkozy desaparecieron en esta remodelación, anunciada precipitadamente anoche cuando estaba prevista para hoy y, no obstante, larguísima en su gestación, puesto que su inicio data de enero pasado.

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François Fillon, con su imagen de serio y gris gestor eficaz pese a los déficits que crecen y crecen, sigue siendo primer ministro. Al menos formalmente, porque lo que resalta del cambio de Gobierno es el irresistible ascenso de su amigo personal, Brice Hortefeux.

El nuevo hombre fuerte, tras arrasar en Inmigración e Identidad Nacional con una dureza inusitada, tras ocupar, sin pena ni gloria, unos meses la cartera de Trabajo donde fue calificado de "golpe bajo" por los sindicatos llega esplendorosamente a la cartera estratégica de Interior.

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Con Hortefeux al frente de la Policía y la Gendarmería, Sarkozy, que también hizo su estrellato en ese ministerio hace años, espera obtener los tan ansiados resultados en términos de reducción de la delincuencia. Hasta ahora, pese a la inflación legislativa en Interior, la criminalidad sigue creciendo en Francia. Del halcón Hortefeux, los observadores también esperan algún gesto simbólico de endurecimiento en la lucha contra ETA.

Contrapunto perfecto del ascenso de Hortefeux fue la degradación sin honores de Rama Yade. La ahora ex secretaria de Estado de Derechos Humanos se había tomado algo en serio su cartera y fue figura simbólica de la supuesta renovación de Sarkozy. Ahora llega a la secretaría de Estado de Deportes, un puesto de juguete en los ejecutivos franceses. Y Derechos Humanos desaparece.

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Yade paga su relativa incontinencia verbal una de ellas, sus críticas a Gadafi cuando visitó París en diciembre de 2007 y sus pulsos casi constantes con el canciller Bernard Kouchner. Este ex socialista, que Sarkozy también quería echar, conserva al final su cartera. Por algo el presidente ha tenido tantas dificultades para mantener la fachada de apertura a la izquierda que quiere dar a sus Gobiernos.

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