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El secreto que se llevó a Laura

El pueblo de la joven asesinada suspende las fiestas una semana después del hallazgo del cadáver

MARIOLA MORENO

Hoy no habrá verbena en Toén. Los 3.000 vecinos del municipio ourensano nunca olvidarán por qué se han suspendido las fiestas programadas para este fin de semana. Hace ocho días, en un camino forestal, apareció muerta Laura Alonso, de 19 años, presuntamente asesinada por su ex novio, Javier Cruz, de 32 años.

Concluían así siete días de intensa búsqueda en la que participó todo el pueblo, menos el asesino confeso. La orografía de la localidad, enclavada en una zona boscosa, no facilitó las labores de rastreo. El mal olor que desprendía el cuerpo sin vida de la joven facilitó el hallazgo. Estaba próximo a un cortafuegos, en pleno monte, a escasos kilómetros de la casa en la que vivía con sus padres. El resultado de la autopsia confirmó los peores augurios: Laura falleció estrangulada.

Los amigos de la joven desconocían que seguía viendo a su asesino confeso

El ex novio de la joven estuvo en el punto de mira de los investigadores desde el primer momento, pese a que decía tener una coartada. Aseguró que había pasado el día en la playa y que no había vuelto a casa hasta bien entrada la noche. Su padre ratificó esa versión, que ha resultado ser falsa. El cruce de llamadas y de mensajes de texto registrados en los teléfonos móviles de Javier y de Laura lo desmintieron.

Hacía casi un año que Laura había puesto fin a una conflictiva relación de más de tres años con Javier, ahora en prisión preventiva. La víctima, que se encontraba en tratamiento psicológico, llegó a denunciar a su ex pareja por malos tratos, aunque retiró la denuncia 'por presiones familiares'. 'Javier jamás dio que hablar ni se metió en peleas; es más, siempre estaba dispuesto a echar una mano. Nadie sabe lo que le pudo pasar por la cabeza aquella noche', afirma un vecino de Toén que conocía 'muy bien' a la fallecida, a la que define como una joven 'muy dulce'.

Consternados, los vecinos se resisten a hablar de lo ocurrido

Laura había rehecho su vida, llevaba cuatro meses saliendo con otro chico. La madrugada en la que murió, había salido con su actual pareja y unos amigos a tomar algo. Poco después de la una y media de la mañana se despidió de su compañero porque al día siguiente debía ayudar a sus padres en el negocio familiar.

El bar Olleros, que regentan los progenitores de Laura, no abrió aquel domingo. La joven no durmió esa noche en casa, a pesar de que envió un mensaje de texto a su novio para confirmárselo. A las tres de la madrugada, incluso le telefoneó, pero su pareja ya dormía y no cogió el teléfono. Laura le había ocultado que esa noche se había citado con su asesino.

El presunto homicida declaró ante la jueza que a pesar de que había roto su relación con Laura continuaban viéndose a escondidas. La noche del 22 de agosto mantuvieron relaciones sexuales, según Javier.

Después, explicó el asesino confeso, iniciaron una fuerte discusión. Laura le reprochó que hubiese pasado el día en la playa con su novia actual y que la hubiese dejado sola. Él declaró que ella le abofeteó y él respondió cogiéndola del cuello. O golpeándola. Javier aseguró que no recuerda lo que ocurrió. La corpulencia de Javier pudo hacer el resto. Negó que hubiera planeado el asesinato.

Los vecinos del pueblo no le creen capaz de tenerlo todo premeditado. 'Quizás había consumido algo', sospechan algunos. La familia de Laura mantiene que en los últimos tiempos Javier había cambiado, 'iba con gente rara y tomaba sustancias'.

Los amigos de Laura aseguran que desconocían que siguiera viéndose con Javier, que durante una semana negó los hechos e hizo vida normal. Hasta que los investigadores le advirtieron de que registrarían su casa y confesó.

El secreto que mantenía Laura quedó al descubierto por los mensajes y llamadas registrados en sus teléfonos. La fallecida, aunque cambió de móvil, mantenía el número antiguo para comunicarse con su ex pareja.

Pocos en el pueblo quieren hablar de lo ocurrido. Están consternados. Nadie entiende cómo Javier, el hijo de un concejal del PP de Toén, dueño del taller del pueblo, fue capaz de matar a una rapaza [chica] tan 'dulce', que hoy debería estar preparando vermús en la verbena de San Antón.

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