Este artículo se publicó hace 14 años.
"Si seguimos así, habrá que regresar"
La prestación por desempleo no es suficiente para muchas familias.
Su tez morena indica que son hijos del sol. Nacieron en Cochabamba, la tercera ciudad en importancia económica de Bolivia. En 2004, Emiliana Argote y su marido, David Sánchez, se vieron obligados a emigrar.
Aconsejados por un compatriota, llegaron a Sevilla con la intención de mejorar sus vidas. "Estuvimos dos años sin salir de casa, porque no teníamos papeles", confiesa Emiliana, de 27 años.
Fue en 2005, con la documentación en mano, cuando las cosas comenzaron a marchar. Él encontró empleo como maquinista y ella como empleada de hogar, lo que les permitió reencontrarse con sus hijos en España.
Ahora, ambos están en el paro. Se mantienen gracias a sus ahorros y a los 420 euros que David, de 35 años, cobra en base a la ayuda por desempleo. Llegar a final de mes les resulta muy complicado: pagan 350 euros de alquiler y tienen tres hijos "que no paran de crecer". "Si seguimos así, tendremos que coger un vuelo de vuelta", lamenta el padre de familia.
Ajenos a la situación, sus hijos de 10, 9 y 4 años prefieren imaginar que de mayores serán científicos o pilotos de avión.
A unos 250 kilómetros de distancia, en Granada, Juan, Mari y sus tres hijos llevan tres meses sin ingresos. Después de trabajar como administrativo en una empresa durante 15 años, Juan se quedó sin trabajo. Cobró unos 500 euros de paro durante tres años y cuando esta ayuda se acabó, recibió un subsidio de 420 euros al mes en seis meses. Pero esta ayuda también se acabó. "El cartel de Se vende' está en la ventana de nuestra casa desde hace un mes. No nos queda otra, tenemos que vender", cuenta Juan.
El hijo mayor, Antonio, tiene 25 años. Tampoco encuentra trabajo. Lucía, de 19 años, estudia Derecho. Este curso no podrá matricularse, no hay dinero. "Le acaba de salir un trabajo en una tienda, pero sólo nos dará el dinero para poder pagar todas las cuentas atrasadas", continúa Juan. Carlos, de 17 años, estudia bachillerato. También aportará el dinero que consiga con trabajos temporales.
Desde hace dos meses, la familia no vive junta. "Tenemos la nevera vacía. Fíjate, si casi nos van a mantener mis tres hijos. Qué vergüenza".
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