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Un fin de semana perfecto

Se quedan ya todo el año entre nosotros. Llega el invierno y aún podemos ver las elegantes siluetas de las cigüeñas encaramadas en los campanarios y espadañas o sobrevolando el cielo azul de la ciudad medieval de Cá

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Tal vez no hagan más que continuar un vuelo que empezaron hace centenares de años. Porque en Cáceres el tiempo parece confundirse de siglo. No hay más que acercarse cualquier día de estos para comprobarlo.

Cruzar el Arco de la Estrella es lo más parecido a activar una máquina del tiempo. Entrar en la parte vieja es entrar en una ciudad medieval en la que el reloj anda más despacio. Tan solo hay que dejarse llevar por sus calles, recodos y placitas cargadas de una historia tallada en sus gastadas y nobles piedras. Iglesias, palacios y casas solariegas, en un armónico y extrañamente bien conservado conjunto arquitectónico, evocan otros tiempos, tan lejanos como heroicos, tan legendarios como fascinantes.

La plaza Mayor, aunque anterior al siglo XIII, está rodeada de soportales del siglo XVI sobre pilares de piedras. En su lado oriental está limitada por murallas almohades del siglo XII. Las numerosas torres -del Bujaco, de la Hierba, de los Pálpitos, de las Cigüeñas, de Espaderos o de Sande-, se muestran sólidas y esbeltas a un tiempo, irguiéndose por encima de los edificios nobles y de las impávidas iglesias. Tras la reconquista se multiplicaron las casas y palacios de aquellos señores de la guerra, que han acogido durante siglos a sonoras dinastías: Monroy, Ovando, Carvajal, Golfines de Abajo, Becerra...




Sus hazañas fueron no solo auspiciadas sino bendecidas por la iglesia, que contaba también con activos y aguerridos clérigos. En la hermosa plaza de Santa María se alza la iglesia concatedral del mismo nombre y al lado, el Palacio Episcopal y el de Mayoralgo, conformando un inigualable conjunto. La Torre de Bujaco, además de ser un impresionante mirador sobre la Plaza Mayor y la de Santa María, permite el acceso a un tramo de la muralla y acoge un centro de interpretación.

La plaza de san Jorge reúne el conjunto de la iglesia de San Francisco Javier y el convento de la Compañía de Jesús, además de la casa de los Becerra. Al final de la cuesta se encuentra la iglesia y convento de San Mateo y el palacio de las Cigüeñas. También en el entorno está la casa de las Veletas -actual sede del Museo de Cáceres-, que conserva un aljibe almohade y la casa de los Caballos. Al otro lado de la plaza, están la casa del Sol, la Torre, la de los Sande y el palacio de los Golfines de Arriba.

En realidad el Barrio Judío son dos: el conocido como barrio de San Antonio y la Judería Nueva, a espaldas de la Plaza Mayor. Ambos con cuestas y angostas callejas, a las que se asoman pequeñas casas de fachadas blanqueadas y grandes chimeneas de ladrillo.

No es muy grande el perímetro del Cáceres antiguo, pero es mucha la tela que cortar. Y es mejor hacerlo sin prisas, en dos días mejor que en uno. Para disfrutarlo de verdad y descubrirlo a fondo. Porque Cáceres es Patrimonio de la Humanidad desde el año 1986, y aunque muestra al visitante el aspecto tranquilo y sosegado de una capital de provincias, es también una activa ciudad universitaria, que también ofrece una variada oferta musical, teatral y de exposiciones durante todo el año, sobre todo en pequeñas salas y locales.

Cuando marchamos, quedan en lo alto las cigüeñas en sus pináculos, mientras abajo, en sus viejas y empedradas calles resuena, renovado, el eco de unos pasos.




Museo de Cáceres
Centro de Interpretación de la Cueva de Maltravieso






Parador de Turismo de Cáceres
Izán Cáceres Hotel
V Centenario



Torre de Sande
Atrio
El Figón de Eustaquio


El AdarveLa FustaEl PucheroMontaítoEl Galéon




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