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Una sentencia de muerte en cuatro horas

La cúpula de Spanair ejecutó el cese tras un consejo surrealista

SUSANA R. ARENES

El runrún estaba en el sector porque, si no, el presidente de Iberia, Antonio Vázquez, no hubiera dicho el lunes pasado, cinco días antes de que cerrara Spanair, que esa empresa 'no tiene ningún futuro y todo el mundo lo sabe'. Sobre las tres de la tarde del viernes ya era un rumor a voces, pero la aerolínea siguió vendiendo billetes, al menos, hasta las siete. Y no fue hasta pasadas las nueve cuando Spanair confirmó el cese de sus vuelos, presionada por los comunicados del Ministerio de Fomento y de Aena.

Pero el sindicato de los pilotos, el Sepla, sospecha que la empresa lo sabía mucho antes. El consejo de administración fue convocado a las cinco de la tarde del viernes. La explicación sobre la mesa fue que Spanair llegaba a su fin por el no de Qatar Airways a invertir, temerosa de que prosperara una denuncia en Bruselas por las ayudas públicas de la aerolínea.

La reunión fue surrealista, según algunos participantes. En un momento determinado, el jefe de producción llamó al presidente, Ferran Soriano, para decirle que ya no había más operaciones. ¿Ya lo habían hablado previamente? Sólo un consejero de unos 20 dijo que era mejor un cierre escalonado para no perjudicar a los pasajeros (al parecer, los empleados no importaban tanto). Nadie le secundó. En todo caso, al consejo, el máximo órgano de la empresa, le bastaron cuatro horas para ejecutar la sentencia de muerte de una aerolínea de primera fila.

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