Este artículo se publicó hace 15 años.
"Seraphine", la vida de una pintora visionaria que ha arrasado en Francia
Visionaria, ascética y mística y, a la vez, tan real como para ganarse la vida fregando para otros, la francesa Seraphine Louis (1864-1942) fue una pintora inspirada por el mundo vegetal y las voces seráficas que sólo ella oía, en cuya vida se basa ahora "Seraphine", una película que en Francia ha arrasado.
Su protagonista, Yolande Moureau, ha explicado esta mañana en rueda de prensa, junto al director de la cinta, Martin Provost, que su personaje, por el que ha logrado el "César" a la mejor actriz, es un "regalo maravilloso" porque ha podido encarnar a una virgen "arrasada" por su amor a la naturaleza y a Dios y que apenas conoció el éxito a pesar de su enorme talento.
"Me gustan mucho los personajes 'a cotê', marginales, en la orilla de la realidad, porque son los que transmiten los miedos de los demás", subraya Moureau que se ha aproximado a la pintora, también conocida como Seraphine de Senlis o "La Sin Rival", a partir de sus gestos cotidianos y desde ahí ha construido sus complejas reacciones.
La película, que ha logrado, en total, siete "César" -los "Goya" del cine francés- se centra en los años en los que Seraphine tuvo relación con el marchante alemán Wilhem Uhde (Ulrich Tukur), que la descubrió por azar -en 1912, cuando ella ya tiene 41 años- y la animó a seguir pintando "por encima de todo".
Cuando Uhde vuelve a Francia, tras el paréntesis obligado por la I Guerra Mundial, decide impulsar su carrera con lo que no sólo puede vivir mejor sino que empieza a hacer grandes lienzos, delirantes y mágicos, en los que plasma un mundo vegetal que vibra por amor a Dios.
"Tuve que aprender a pintar, a hacer cada tarea de limpieza para apropiarme del gesto", subraya Moureau, que descubrió un gran parecido físico con la pintora en la única imagen que se conserva de ella.
Al revés que Tukur, "que adora que el director le diga todo lo que tiene que hacer", ella "detesta" que le den instrucciones psicológicas: "me hacen ver que soy una actriz y me sacan del personaje, todo lo hago por intuición", explica.
A Moreau, el trabajo de Seraphine -que trabajó en un convento en Sanlis y a los 41 años comenzó a pintar porque su ángel de la guarda "se lo había dicho"- le "desazonaba" mucho aunque luego empezó a apreciarlo, sobre todo sus primeros cuadros.
De sus pinturas más elaboradas, que corresponden a la época en la que Uhde, que tuvo que huir de Francia a raíz de la I Guerra Mundial, vuelve a Chantilly, ha destacado su minuciosidad pero, dice, le atormenta lo que ve en ellas.
Al director le parece que Seraphine, como otros "genios" de la pintura, tuvo el privilegio de "conservar para siempre con ella una parte de su infancia" y eso es lo que la hace tan diferente a los demás.
Provost, muy sobrio con los movimientos de cámara y en su paleta de color, descubrió al personaje a través de una compañera suya de France Culture y no tardó en darse cuenta de que la "conmovedora" vida de esa mujer era muy cinematográfica y que tenía que ser Moreau la protagonista porque, dice, "ella no la interpreta, la encarna".
Sobre todo le interesaba contar en la película, que se estrena mañana y que en Francia ha sido un éxito de taquilla gracias, sobre todo, "al boca-oreja", "lo que ocurre fuera de cuadro" y la "púdica" relación que le unió a Uhde durante más de 20 años, hasta que sus delirios acabaron con su pintura y con ella en un manicomio.
"No quise caer en la trampa de hacer una caricatura de ella, sino amarla, entenderla y ponerme a su disposición, no al revés", añade Provost, que asegura que su Seraphine era "como una india de Norteamérica, que sabía intuitivamente que si le quitaban la naturaleza, desaparecería".
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