Este artículo se publicó hace 16 años.
Silencio y lágrimas en los pasillos del aeropuerto
Los pasajeros admiten que ayer volaban "«con un poquito de respeto"
El aeropuerto de Barajas vivió ayer un día extraño. Aunque, el aeródromo funcionó con normalidad -apenas hubo retrasos-, la tristeza fue patente entre los trabajadores del lugar y también entre muchos de los miles de viajeros que ayer transitaron por allí.
A las 12.00 horas, empleados de Spanair, trabajadores del aeropuerto y gente anónima se concentraron frente a las oficinas de la compañía aérea en la terminal T2 en señal de duelo por la tragedia que sacudió el aeropuerto hace dos días. Fueron tres minutos de silencio y lágrimas, sólo rotos por un fuerte aplauso final.
Sólo unos minutos antes, en la línea de Metro que une el aeropuerto con el centro de Madrid, tres jóvenes recordaban la tragedia ocurrida hace dos días en la pista 36. "Qué fuerte, más de 150 muertos. Qué mal rollo", exclamaba uno de ellos. Fue de lo poco que se escuchó en el trayecto del suburbano: ayer casi nadie hablaba. Lo mismo ocurrió en las terminales de Barajas. "Noto el ambiente como más tenso. La gente está con pena y más callada", aseguraba Joaquín Rodríguez, junto a su taxi.
"Hay muchísima tristeza. A la hora del desayuno, la cafetería de empleados estaba en silencio", confirmó Arturo Peral, vendedor de cupones de la ONCE en el aeropuerto desde hace un año. Fue un día de pocas ventas para Arturo: muchos de sus clientes habituales -bastantes de ellos trabajadores de Barajas- ayer no compraron el cupón.
Lo mismo les ocurrió a Isabel y Blanca, loteras del aeropuerto. "Hemos vendido poquísimo, no ha pasado casi nadie por aquí", señalaron. "Vendimos lotería a gente que viajaba en el avión que se estrelló. Los canarios siempre compran lotería de navidad para llevársela a las islas y sé que les vendimos billetes", se lamentaron. "Siempre nos quedará esa cosa por dentro", añadieron.
A pocos metros de allí, en el kiosco situado junto a las escaleras mecánicas, muchísimas personas leían la noticia de la tragedia aérea en las portadas de los principales periódicos nacionales. "Me voy a París y subo al avión con un poquito de respeto. Viví hace años una mala experiencia en un vuelo en México y aunque no me planteo que pueda suceder nada raro, siempre te queda la incertidumbre", reconocía Israel Sánchez, un joven mexicano.
Valeriana y tila
En la farmacia de la T2, Pedro vendió ayer más valeriana que de costumbre. "También nos han pedido tilas, dormidinas, soñador... Pero los ansiolíticos sólo los vendemos con receta", comentaba enfundado en su bata blanca.
Recién aterrizados en Barajas, Nerea y Oller, una joven pareja de San Sebastián, aseguraron haber hecho todo el vuelo desde Menorca "cogidos de la mano porque estábamos acojonados". Algo parecido le ocurrió a otro chico en el trayecto Madrid-Menorca en un vuelo de Spanair.
Ya en el aire, el joven se santiguó y comentó: "Por probabilidad era imposible que nos estrelláramos otra vez, informa Diego Barcala.
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