Este artículo se publicó hace 15 años.
Soldados israelíes denuncian brutalidad y ataques a civiles en Gaza
Una veintena de soldados israelíes que participaron en la última ofensiva en Gaza denuncian la brutalidad de la fuerza militar empleada, la no distinción entre combatientes y civiles y la ausencia total de restricciones a la hora de disparar.
La ONG israelí "Rompiendo el Silencio" difundió hoy los testimonios de 26 soldados que participaron en la operación Plomo Fundido (entre el 27 de diciembre y el 18 de enero y en la que murieron 1.400 palestinos, en su mayoría civiles), para abrir un debate sobre el comportamiento del Ejército.
"En Gaza se impuso, ante todo, que las tropas no corriesen absolutamente ningún riesgo", explica a Efe el director de ésta organización, Yehuda Shaul, un militar en la reserva para quien lo ocurrido debe interpretarse a la luz de la derrota israelí en el sur de El Líbano en 2006.
Shaul destaca que los testimonios recogen la ausencia total de reglas para el combate, lo que derivó en una libertad absoluta de muchos soldados para disparar a cualquier palestino, civil o no.
"No había límites. Todo el que hubiese ahí era enemigo", explica Shaul, que añade que las instrucciones en muchos casos fueron: "Entrad y disparad contra todo".
Uno de los soldados que ha hecho público su testimonio de forma anónima corrobora que "las normas eran: dispara si te apetece", y añade que los mandos "repetían todo el tiempo que esto es la guerra y que en la guerra no hay restricciones para abrir fuego".
Otro militar asegura: "No había que tener ninguna consideración hacia los civiles, disparábamos a todo el que viésemos. Se nos repetía que las consideraciones humanitarias no tenían cabida: 'No dejéis que la moralidad sea un problema. Dejad las pesadillas para luego y ahora simplemente disparad".
Un joven se lamenta de "el odio y la alegría de matar" entre las tropas.
"Toda esa destrucción, todo ese fuego contra inocentes (...) era simplemente increíble", dice este uniformado cuyo batallón, explica, estaba formado por "sesenta chicos de entre 19 y 20 años para quienes la vulgaridad y la violencia son una forma de vida" y donde "no había nadie para reprimirte".
Otro califica el fuego de artillería israelí de "demencial" y reconoce: "Estábamos matando inocentes".
"Las instrucciones eran claras: si tienes dudas, mata", declara otro joven militar, a quien se le instruyó que la ofensiva era "una guerrilla urbana y en una guerrilla urbana todo el mundo es tu enemigo, no hay inocentes".
Los combatientes también describen la destrucción gratuita de viviendas y cómo no se dejaba "ni una sola casa intacta".
Un soldado que operó un cañón de tanque en el noroeste de la franja asegura que si tenía que girar y no había visibilidad "se disparaban doce bombas a las casas de alrededor y se continuaba".
En dos semanas de ofensiva, asegura haber disparado cincuenta bombas, 32 cajas de munición de ametralladora de tamaño mediano (más de 7.000 disparos), 20 explosivos de mortero de 60 milímetros y 300 cargas de ametralladora pesada Browning 0.5.
"Y eso es sólo un tanque: había más de doscientos", añade Shaul.
Los soldados describen la muerte de civiles en casos en que era fácilmente evitable, como la de un anciano al que se disparó cuando estaba escondido en el hueco de la escalera de su casa.
"Antes de entrar en una casa, era normal lanzar misiles, fuego de tanques y metralletas, granadas y luego disparar según íbamos entrando", describe un soldado.
Otros refieren el empleo de los llamados "Johnnies" o "escudos humanos": se mandaba a un civil palestino a entrar en la vivienda para cerciorarse de que no había milicianos dentro.
Algunos militares destacan, sorprendidos, el papel del Rabinato Militar, y en concreto del departamento "Conciencia Judía para un Ejército Israelí Ganador", desde el que se inspiraba a las fuerzas con expresiones como: "No tengas compasión, Dios te protege y todo lo que haces está santificado".
Los rabinos extendieron entre las tropas la noción mesiánica de que libraban una "guerra santa" en la que los "hijos de la luz", luchaban contra los palestinos, "hijos de la oscuridad".
En Gaza, concluye Shaul, "el Ejército israelí abandonó todos sus valores morales y actuó en contra de su propio código ético", algo que para él merece, cuando menos, un debate para que la sociedad decida si éste es el Ejército que quiere tener.
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