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La soledad también tiene cura en los hospitales

El Virgen Macarena, de Sevilla, crea una unidad para pacientes sin familia

OLIVIA CARBALLAR

La cortinilla estaba echada en una de las dos camas de la habitación. Al otro lado dormitaba un inmigrante subsahariano con un hilo de baba que le llegaba hasta el pecho. Estaba sedado. No tenía familia ni podía moverse. Fue el acompañante del otro paciente quien corrió la fina tela para aislarse de la cruda realidad. La dramática escena, unida al afán por mejorar la asistencia personal en los procesos de hospitalización, impulsaron a Javier Suárez, subdirector de Proyectos del hospital sevillano Virgen Macarena, a crear una sección específica para acompañar a los pacientes que están solos.

La Unidad de Donación de Tiempo, que comenzará a funcionar a pleno rendimiento en enero, se nutrirá de voluntarios. 'Ahora estamos en el proceso de captación, luego recibirán un curso de formación, para que practiquen un acompañamiento tranquilo y activo, adecuado a las necesidades de esas personas; no queremos supermanes, simplemente voluntarios que hablen con el paciente de lo que éste quiera, que lo escuche', dice Suárez.

La sección de Donación de Tiempo se nutrirá de voluntarios

Antonio y Diego, de Solidarios por el Desarrollo, acuden todas las semanas al hospital San Lázaro, donde la ONG ha puesto ya en práctica, a menor escala, el acompañamiento que ahora quiere institucionalizar el Virgen Macarena.

'Jaime fue guarda forestal, soltero, vive con su hermana, escucha, se emociona y llora, muy triste', dice la nota que lleva Antonio en su mano. Son las indicaciones que le ha enviado el voluntario que estuvo con Jaime la víspera. Sólo saben lo que el paciente les quiere contar. Con una sillita plegable, sin respaldo, los voluntarios pasan la tarde con ellos.

'Queremos gente que escuche al paciente, nada de supermanes'

Yan Smid, un inmigrante checo de 51 años, no puede mover sus piernas y apenas vocaliza bien, pero sus ojos se le salen de la cara cuando ve llegar a su 'única familia'. En un español precario, chapurrea que en su país hace mucho más frío que en Sevilla, que estudió pintura y que hoy se encuentra un poco mejor. 'He viajado por Croacia, Inglaterra...', continúa.

Antonio y Diego escuchan y animan a sus pacientes. 'Hace poco, me fui a levantar cuando acompañaba a una mujer que estaba muy mal porque pensé que podía molestarla, pero me emocionó cuando, balbuceando, me dijo: No te vayas', relata Antonio. La señora murió poco después.

El envejecimiento de la población, las nuevas estructuras familiares y el aumento de inmigrantes han contribuido al cada vez mayor incremento de personas hospitalizadas sin familia. 'Cada vez hay más personas sin hogar, inmigrantes, ancianos que nadie viene a visitar, que están tristes, y no podemos olvidar que el hecho de que la gente se sienta bien es terapéutico', asegura Javier Suárez.

Las personas recibirán formación para efectuar el acompañamiento

El proyecto de donación de tiempo surge tras varios años trabajando en la mejora del servicio hospitalario, sobre todo, enfocado a la población que más sufre ante la hospitalización: en primer lugar, los niños para los que desarrollan varios programas educativos y, en segundo, los ancianos.

'Nos sirven cinco horas, una hora, lo que sea; las introduzco en mi hucha, como moneditas, y luego distribuyo todo ese tiempo entre los pacientes que lo necesitan', añade Suárez, que afirma que la mayoría de los voluntarios son jóvenes.

El enriquecimiento personal de quienes regalan su tiempo es un beneficio añadido: 'Antes tenía miedo a los hospitales, tenemos que aprender a actuar ante la muerte', explica Antonio, y se acomoda en su sillita plegable para seguir repartiendo solidaridad.

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