Este artículo se publicó hace 15 años.
La soledad del escritor ante el cansancio moral
Luis Landero publica 'Retrato de un hombre inmaduro'
Si Robert Musil supo retratar las dudas del ser humano en la época de entreguerras en El hombre sin atributos, Luis Landero (Alburquerque, 1948) ha fotografiado fielmente a la sociedad actual con su última novela, Retrato de un hombre inmaduro (Tusquets). En ella ha colocado la voz de un tipo de 60 años desorientado, sin ideología. Un hombre perdido.
Landero cuenta a Público que no lo hizo adrede, pero reconoce que la voz de este hombre, que hace balance de su existencia durante toda una noche en un largo monólogo, "esta hoy muy presente, precisamente por esa falta de referentes, por ese todo vale, por ese coqueteo con el bien y con el mal. Por esa doble moral de hoy", que Landero atribuye al "cansancio moral de nuestra época. En el siglo XX se destruyeron muchísimos sueños, y ahora se guardan las apariencias, pero detrás sólo está la retórica de la bondad, no la bondad".
La voz que ha creado el escritor extremeño es, por el contrario, muy sincera. No se esconde y saca a la luz "esa parte del mal que todos tenemos y que callamos pudorosamente. Es el caso de la guerra de Irak. Yo estoy seguro de que hubo mucha gente que estaba deseando que empezaran los bombardeos. Que empezara el espectáculo", apunta.
El mal no es de este siglo, según Landero. "Ahora se frivoliza mucho con él, pero ya estuvo muy presente en las vanguardias, en el dadaísmo y el surrealismo. Lo que pasa es que luego llegó la Segunda Guerra Mundial, el Holocausto y entonces se vio lo que era el mal. Yo quiero pensar que ahora estamos en una época de cambios y que aprenderemos a no ser tan crueles".
El amor no existeEl protagonista no calla y por eso se permite llamar por su nombre al amor. Es decir, la nada. "Es que, en realidad, el amor es un relato que hemos aprendido en las películas. Pero es de lo que hablan los poetas, un sueño. Schopenhauer lo explica muy bien al decir que la especie tiene que perpetuarse. Y lo que hacemos es adornar eso con la música y con las velas para cenar".
"La vida es absurda. Sí, realmente creo que no tiene mucho sentido"
Durante todo el monólogo subsiste también la sensación de que el protagonista no es capaz de encontrarle un sentido a la vida. Ahí, Landero vuelve a retratarse: "La vida es absurda. Sí, realmente creo que no tiene mucho sentido. Hay sentidos parciales, momentáneos, como tomarte una cerveza o escribir una novela, pero no hay un sentido trascendental. ¿Qué estamos haciendo en este planeta?".
A pesar de que es una única voz la que habita en este paisaje novelesco que, por otra parte, es real el bar de la novela existe, el escritor no cede al ombliguismo . Al contrario, le repugna. "Creo que forma parte del consumo. Y tiene mucho de capricho", sostiene. Por eso, esta novela no tiene nada que ver con una búsqueda de la identidad. "Eso es un poco pijo. Eso del yoismo me parece pornografía psicológica", reflexiona.
Luis Landero está ya jubilado, pero durante muchos años fue profesor de Lengua y Literatura en un instituto y reconoce el bajo nivel de lectura entre los chavales. "El problema es que no se les enseña a leer. Se les enseña tanta gramática que no han adquirido la música del idioma. Y si a eso le unimos las horas de televisión y el mal gusto de la sociedad, que ha desprestigado el saber, tenemos este resultado", analiza.
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