Este artículo se publicó hace 17 años.
Son Banya pide una tregua
Los vecinos pelean con la policía para evitar el desmantelamiento del poblado mallorquín
El poblado de Son Banya, a las afueras de Palma, es conocido como el hipermercado de la droga. En los últimos días ha sido escenario de violentos enfrentamientos entre los vecinos y la policía, desde que la última puso en marcha la operación Cerco. Los agentes han impuesto un férreo control que ha desencadenado la quema de vehículos, destrozos en un centenar de coches, lanzamientos de cócteles molotov y duros enfrentamientos con las fuerzas antidisturbios. Los daños han sido valorados en más de 100.000 euros, pero ayer los vecinos pidieron una tregua.
A pesar de la presión vecinal, la policía ha mantenido el control sobre los accesos a la zona, a la que se acercan unos 300 vehículos de media cada fin de semana.
El poblado estaba ayer tranquilo. Los patriarcas del poblado, Gabriel Cortés, presidente de la Asociación de Vecinos, y Francisca Cortés, La Paca, aseguraban estar dispuestos a negociar. Cortés pone condiciones al Ayuntamiento de Palma: "Que nos quiten la droga, pero que nos den trabajo. Los inmigrantes lo tienen y a nosotros, que somos mallorquines, no nos lo dan".
Han pasado momentos muy tensos en los últimos días. "Tiraron bombas desde un helicóptero, y casi me asfixio. En el poblado hay niños pequeños, y nosotros también nos tenemos que defender, aunque sea con piedras", asegura La Paca. El patriarca cuenta que el poblado era para unos tres años y ya llevan 38". "Vivimos en unas condiciones inhumanas, con techos de uralita, frío en invierno y mucho calor en verano. Hay quien vende la droga por necesidad", explica.
En un partido político
La prensa entró hace meses en el poblado con un miembro de la corporación municipal de Palma, Eberhard Grosske, quien anunció ante cámaras y vecinos su voluntad de desmantelar el barrio. La Paca aprovechó la presencia mediática para anunciar la creación de un partido político, o integrarse en alguno, "de derechas o de izquierdas". Daba lo mismo. "Iré al partido que mejor nos trate", proclamó.
Cortés desconfía de los políticos. "Me prometieron trabajo, pero tienen su plato de comida en la mesa, y aquí hay gente que no se puede meter un trozo de pan a la boca". Sin embargo, sí confía en que Unió Mallorquina les regale una cesta de navidad prometida.
El patriarca teme que la falta de entendimiento con las autoridades municipales provoque más altercados entre la policía y los vecinos durante el próximo fin de semana.
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