Este artículo se publicó hace 15 años.
Sri Lanka acalla a su prensa libre
Al amparo de la guerra contra los Tigres Tamiles, 14 periodistas han sido asesinados desde 2006
Exhibición del Ejército ceilandés durante una ceremonia para celebrar la victoria sobre la guerrilla de los Tigres Tamiles. - REUTERS
"Aquí mataron a mi hermano. A las diez de la mañana. Mucha gente presenció el asesinato, pero nadie se ha atrevido a hablar", señala Lal Wickrematunge al pasar por la puerta de un colegio a 400 metros de la sede del Sunday Leader, uno de los pocos periódicos en Sri Lanka crítico con el Gobierno.
Los hermanos Lal y Lasantha Wickrematunge sumaron la faceta de empresario del primero y la pluma del segundo hace 15 años para "contar lo que está bien y lo que está mal en el país" en un nuevo diario. Lasantha no llegó a contar la reciente victoria del Gobierno ceilandés contra la guerrilla tamil tras 26 años de contienda porque la ofensiva final también se llevó por delante las voces y vidas de periodistas independientes.
Lasantha predijo su asesinato a manos del Gobierno en su obituarioAlrededor de 40 periodistas han abandonado el país desde la muerte de Lasantha el pasado enero. "Pensaron que si alguien tan conocido como Lasantha era asesinado, muchos más lo serían. No van a volver", explica Lal.
Desde las páginas del Sunday Leader, Lasantha no escatimó críticas contra la corrupción, la borrachera de triunfalismo militar y la violación de los derechos humanos infligidas por el Gobierno ceilandés en el transcurso de la guerra civil contra los Tigres Tamiles del LTTE. Sus 120 compañeros no se han dejado amedrentar por el mensaje de su muerte y continúan defendiendo con sus artículos críticos el legado de su antiguo director.
Lal guarda en su despacho una bolsa de plástico con la indumentaria que llevaba Lasantha el día que fue asesinado "para tenerlo siempre presente". "Me siento muy solo. Ahora toda la responsabilidad recae sobre mí", musita en su oficina repleta de fotografías y dibujos del hermano muerto.
Impunidad total"Ninguna profesión exige a quienes la ejercen dar la vida por ella, salvo la militar y, aquí en Sri Lanka, el periodismo", dejó escrito Lasantha en un escalofriante obituario en el que previó su muerte. "Cuando finalmente sea asesinado, será el Gobierno quien me asesine", añadió el periodista sin género de dudas.
Otros 13 periodistas, además de Lasantha, han sido asesinados desde 2006 en esta isla del Oceáno Índico, según Amnistía Internacional, en un clima de impunidad total. A lo que se suman frecuentes palizas, secuestros y amenazas.
Dos periodistas de un diario tamil no se atreven a salir de la redacción"Si ha terminado la guerra, ¿por qué el Gobierno no permite que los periodistas vayan a los campos de desplazados y a la zona de guerra?", se pregunta Saravanapavan, dueño de dos periódicos en lengua tamil. El Ejército no permite la entrada de la prensa a los campos de refugiados tamiles. Incluso muchas ONG se han quejado de que les veten el acceso.
Desde 2001, cinco de los empleados de Saravanapavan han sido asesinados, dos periodistas no se han atrevido a poner un pie fuera de la redacción durante los tres últimos años tras haber sido atropellados por vehículos de paramilitares, y el director del diario de Jaffna, Vithiarathan, fue liberado recientemente por el Gobierno después de dos meses de secuestro.
Los medios de comunicación en Sri Lanka sufrieron un asalto en toda regla a partir de la firme campaña militar contra los Tigres Tamiles en 2006 tras el fracaso de la tregua firmada cuatro años antes. "La libertad de expresión es un derecho recogido en nuestra Constitución, pero en la realidad no se permite la disensión", asegura Lal mientras recorre una parte de la imprenta del Sunday Leader carbonizada tras varios intentos de reducirla a cenizas.
"El Gobierno ha intimidado suficientemente a los medios locales para que no sean un problema y ha limitado el acceso a los periodistas extranjeros", señala Gordon Weiss, portavoz de la ONU en Sri Lanka. El Gobierno de la antigua Ceilán también ha salido triunfal en la batalla contra las palabras.
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