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"El sucesor de Uribe deberá negociar la paz en Colombia"

Sigifrido López. Ex rehén de las FARC. Liberado de forma unilateral en febrero, cree que la solución está en la sociedad civil

PURA RAYA

Ha pasado los últimos siete de sus 45 años de vida en una de las infames cárceles que las FARC tienen en la selva colombiana. Este abogado y político fue secuestrado en 2002 junto a otros 11 diputados del Valle del Cauca. A sus compañeros les asesinaron cuando se bañaban en un río. Sigifredo tuvo más suerte.

¿Cómo recuerda sus días de secuestro en la selva?

Esos 6 años, 9 meses y 26 días fueron sumamente difíciles. Viví algo muy cercano al infierno. La cama eran ramas de árbol y la comida, un día arroz, otro lentejas y otro frijoles. Caminábamos hasta 20 horas sin apenas descansar. También escuchábamos la radio porque llegaban mensajes de las familias y yo, como me gusta mucho escribir, daba forma a mis ideas en un cuaderno. La desgracia elige a sus víctimas, nos tocó vivirlo y no tuvimos otra opción que asumirlo. Pero gracias a dios hoy estoy aquí.

¿A qué se aferró para vivir?

Al amor, que para mí es la fuerza arrolladora de la vida. Al deseo de volver a ver a mis hijos y a mi mujer y cristalizar unos sueños. El ser humano siempre quiere vivir, aunque sepamos que la muerte está latente.

A usted le permitieron enviar varios mensajes a su familia.

En los siete años de secuestro enviaron ocho pruebas de mi supervivencia. Me alegraba saber que a ellos les llegaría una prueba de que estaba vivo y me entristecía porque sabía que el secuestro continuaría y la solución no estaba cerca. Nosotros fuimos privilegiados. Hay 22 seres humanos que hoy, después de 11 años, todavía están encadenados a un árbol esperando un acuerdo que sólo el presidente de Colombia puede suscribir. Desafortunadamente hasta ahora, ha sido imposible que él escuche las voces de la sociedad civil e incluso de la Comunidad Internacional que le reclama que salve esas vidas, una labor que para un jefe de estado no es un deber legal sino un deber ético como ser humano. Nos sorprende que pasen los años y no asuma la responsabilidad de salvar las vidas de sus conciudadanos cuando él es el único que puede hacerlo.

¿Cuál fue el trato recibido?

Todo secuestro es un acto de infamia y de crueldad. A nosotros nos trataron muy mal. De hecho, a ellos los asesinaron.

Se salvó porque estaba castigado.

Yo estaba sancionado desde el 14 de junio de 2007 porque reaccioné con firmeza a una llamada de atención grosera. Exigí respeto a mi dignidad. Fui amarrado a un árbol y cuatro días después se produjo la masacre. Yo me enteré por la radio. Hasta entonces siempre había pensado que el destino era una farsa y que la desgracia o la felicidad la elige uno. Pero no. Cuando me secuestraron tenía otras tareas que hacer a esa misma hora y decidí no hacerlas para ir a la Asamblea del Valle. Allí me secuestraron. Y en la selva, una sanción me salvó la vida.

¿Qué pasó el día de su secuestro?

Mis hijos se despidieron de mí sobre las 6 de la mañana para ir al colegio. Mi esposa iba a una cita médica, me invito a que la acompañara, pero no le hice a caso. Tenía también que visitar a una amiga enferma, recoger el coche del taller, ir a recoger un dinero que me debían Pero nada de eso hice.

¿Y el día de su liberación?

Fue el día más feliz de mi vida, sin duda alguna. Volver a abrazar a mis hijos, a mi mujer, a mi mamá volver a la libertad es algo maravilloso, lo mejor que me ha pasado. Y ahora, 75 días después, la vida me sonríe y la miro con mucho optimismo y una fuerza interior enorme. Tengo que hacer esfuerzos para tranquilizarme.

¿Hay solución a un conflicto con casi medio siglo de historia?

La solución está en que la sociedad civil asuma el liderazgo de su destino como nación y exija al Gobierno y a la guerrilla una negociación directa ya. Por encima de un Gobierno que no lo quiere, hay que establecer unos vínculos con las FARC y abrirles unos espacios políticos muy completos que, a través de un gran consenso nacional, les permitan hablar de lo que piden ahora por vía de las armas. El apoyo internacional será crucial.

¿Cree que un cambio en la presidencia de Colombia ayudaría a esta vía?

Es muy difícil que con el actual Gobierno se pueda conseguir una solución política negociada porque Uribe no tiene una oferta de paz distinta a la rendición del adversario. Por tanto, es indispensable un cambio de Gobierno o que este mismo haga una propuesta de paz generosa. Un acuerdo se construye entre dos y el actual Ejecutivo se ha negado a abrir espacios políticos para que la solución llegue.

¿Cree que la llegada de Obama a la presidencia de EEUU puede ayudar?

Sin duda, porque con Bush estábamos en el peor de los escenarios. Puede que no sea muy sustancial el cambio pero sí va a ser muy significativo. Por ejemplo, la izquierda democrática en el continente americano y en Europa vuelven a tener un compromiso con los derechos humanos que parecía haber sido borrada durante la era Bush. Volvemos al camino de la dignidad y del diálogo, después de la retirada del apoyo, en el caso de España y Reino Unido, a todas esas equivocaciones que se cometieron en Irak.

Entonces, ¿confía en que la paz llegará a Colombia?

Soy más optimista que nunca. Estoy seguro de que al próximo presidente de Colombia, sea quien sea, le va a corresponder la gran obra del 'luminoso mediodía', como decía Nietzsche. Le va a tocar firmar la paz. Ahora hay condiciones objetivas que favorecen la negociación, no por el voluntarismo de las FARC y del Gobierno, sino porque cada vez hay más ganas de construir entre todos una propuesta de paz. Por la vía militar es imposible terminar con este conflicto.

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