Este artículo se publicó hace 15 años.
Supervivientes de Hiroshima y Nagasaki terminan su viaje para pedir la abolición de las armas nucleares
El Barco de la Paz, a bordo del que viajaron un centenar de veteranos supervivientes de las bombas atómicas de Japón, finalizó hoy en Tokio su recorrido alrededor del mundo.
Esos 101 supervivientes de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, conocidos como "hibakusha" en Japón, tienen una media de edad de 75 años, que no les ha impedido soportar una travesía marítima por 22 puertos de los cinco continentes durante cuatro meses para pedir la abolición de las armas nucleares.
"El movimiento contra las armas nucleares está vivo y es un mensaje muy importante que hemos podido compartir con el mundo", dijo a Efe Akira Kawasaki, director del proyecto del Barco de la Paz.
La embarcación llegó hoy alrededor de las 7.00 hora local (22 GMT del lunes) al puerto de Harumi, en la bahía de Tokio, adornado con una enorme pancarta en la que se leía un mensaje contra la violencia en Oriente Medio: "Detened la matanza en Gaza".
El mensaje de los "hibakusha" no se limita a la denuncia de los devastadores efectos de las armas nucleares ya que es básicamente de paz: ansía un mundo sin guerras que no necesite ningún tipo de armas.
"También estuvimos con prisioneros de guerra que tuvo Japón durante la II Guerra Mundial, así que conocimos el otro lado de la moneda", explicó la "hibakusha" Kikuyo Nakamura durante una rueda de prensa ofrecida tras la llegada del barco.
A su llegada a casa, los tripulantes no se cansaban de relatar anécdotas de lo sucedido durante el viaje, entre las que destacaron a Efe la pasión de los latinos en la lucha por la paz.
"En Latinoamérica hay un interés muy profundo por la paz, son gente pacifista muy apasionada", afirmó Toshiko Tanaka, que a sus 69 años es una de las supervivientes más jóvenes de los bombardeos atómicos de 1945, cuando tenía 6 años.
En Venezuela, los supervivientes recibieron la condecoración de la Orden de Juan Francisco de León de primera clase, además de ser nombrados visitantes ilustres de Caracas, y en Ecuador lograron emocionar al vicepresidente de Gobierno, Lenin Moreno, que según Tanaka lloró al escuchar su experiencia.
Tampoco Nakamura pudo evitar hoy las lágrimas al relatar la manera en que encendieron la llama de la paz en un acto organizado para ellos en Las Palmas de Gran Canaria, en España.
Además, a su paso por el puerto de Barcelona, los "hibakusha" fueron recibidos en el Parlamento catalán, con el que acordaron trabajar conjuntamente en la elaboración de políticas pacifistas.
"Fue algo muy importante que nos recibieran en el Parlamento catalán. Estoy muy agradecido", confesó a Efe en portugués Takashi Morita, presidente de la Asociación brasileña de Hibakusha, a la que pertenecen más de un centenar de afectados.
El barco finalizó hoy su trayecto, pero el sentimiento generalizado entre sus cerca de 700 tripulantes, entre tripulación y estudiantes, es el de que el viaje acaba de empezar.
Tanaka y Nakamura coincidían en que aún "queda mucho por hacer", sobre todo por las segundas y terceras generaciones de los afectados por las bombas nucleares, para los que todavía no existe un movimiento mundial organizado.
"Yo sigo viva pero mi hijo murió de leucemia infectado por la radiación de mi leche materna", explicó Nakamura.
El Barco de la Paz, una organización no gubernamental (ONG) ambulante, celebraba con esta travesía su 25 aniversario y sus promotores aseguraron que tratarán de repetir la experiencia este mismo año.
Las bombas de Hiroshima y Nagasaki causaron en agosto de 1945 más de 120.000 víctimas mortales en el momento y otras 400.000 en los meses y años posteriores debido a las secuelas causadas por las radiaciones.
Hoy en día hay más de 270.000 supervivientes o "hibakusha" que aún sufren consecuencias de la radiación química, algo que durante años se pensó que podía ser contagioso, por lo que sufrieron discriminación social.
Isabel Conde
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