Este artículo se publicó hace 16 años.
Sylvie Verheyde recuerda a un Guillaume Depardieu "comprometido"
Sylvie Verheyde ha recordado hoy que rodar con Guillaume Depardieu la película "Stella", que compite en la sección oficial del Festival de Cine de Gijón, le fue "fácil" porque el actor, fallecido el mes pasado, se había "comprometido" con el trabajo y "no bebió ni una sola gota de alcohol" en el rodaje.
La directora francesa ha dicho que Guillaume Depardieu tuvo un comportamiento "impecable" durante el rodaje, "absolutamente comprometido" con un personaje "perfecto" y que su muerte por neumonía el pasado 13 de octubre dejó a todo el equipo de filmación "muy triste".
Adicto a las drogas y dado a la bebida, los últimos años del hijo del célebre actor Gerard Depardieu pueden considerarse trágicos al serle amputada una pierna por un accidente de moto, varias detenciones, aunque en el último año logró filmar varias películas y en 2007 tuvo un papel importante en "Stella".
El recuerdo de Guillaume volvió hoy a Gijón en la rueda de prensa en la que la directora presentó su largometraje, casi una década después de que en 1999 consiguiera el premio al mejor actor por "Pola X", galardón que no pudo recoger tras ser expulsado por destrozar una habitación de hotel e intentar pegar al director del festival.
Sylvie Verheyde ha dicho a los periodistas que Guillaume se portó "muy bien" porque la filmación transcurría muchas veces en una cafetería donde la gente bebía alcohol y el actor se "centró en su trabajo que fue perfecto" y "no bebió ni una gota".
Ambientado en el París de los años setenta, el filme de Verheyde es una crítica al sistema educativo y una apuesta por la diversidad cultural como un elemento determinante de la armonía social.
La directora ha admitido que la película contiene elementos autobiográficos porque ella misma fue "una mala estudiante" que tuvo que enfrentarse a un sistema educativo en muchos aspectos represivos.
"Stella", el nombre de la protagonista, es una niña de 11 años cuya vida transcurre entre el colegio y el bar que regentan sus padres, que entabla amistad con una compañera de clase, hija de una pareja de intelectuales argentinos exiliados, tan distinta a los demás como ella misma.
Son dos mundos que no están enfrentados, la escuela y la cafetería, el día y la noche, sino que se complementan, porque, según la directora, no ha querido establecer una escala de valores diferenciados de uno sobre el otro.
La película de Verheyde ha dejado una sensación de tristeza en la sala de proyección, que no ha impedido que el público se arrancara en aplausos cuando aparecieron en pantalla los títulos de crédito.
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