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Los temores de la recesión llegan a la Casa Blanca

EFE

El presidente de EE.UU., George W. Bush, se hizo hoy eco de algo que ya había anticipado un batallón de analistas e indicadores económicos: varios estados están en recesión y, por tanto, peligra la economía del país.

Bush anunció hoy que está estudiando un plan de reactivación económica, casi al mismo tiempo que el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, se dirigía al Congreso con el mismo argumento. Es urgente lanzar un paquete de medidas fiscales para reactivar la economía.

Según parece, el presidente aprovechará el Discurso del Estado de la Unión del 28 de enero para explicar su contenido.

Pero las iniciativas de Bush y Bernanke no tendrán un efecto previsor, sino reparador. El mal ya está hecho. El desempleo se ha disparado hasta el cinco por ciento, el consumo se ha reducido y el sector de la construcción atraviesa su peor crisis en 16 años, según se supo hoy.

Además, bancos como Citigroup y Merrill Lynch han registrado pérdidas millonarias, y los ciudadanos de estados como California, Florida o Michigan, aquejados por la crisis, sufren de manera masiva las ejecuciones de sus hipotecas por no poder pagar las mensualidades.

Según dijo hoy Bernanke, la crisis de las hipotecas puede haber causado un daño hasta ahora de 100.000 millones de dólares, y la cifra sigue subiendo.

De hecho, varios estados del país, entre ellos Michigan, han entrado en recesión, situación que se da, técnicamente, cuando la economía deja de crecer durante tres trimestres consecutivos.

Los economistas del banco de negocios J.P Morgan calculan que Estados Unidos solo creció un uno por ciento en el último trimestre del 2007, muy lejos del 4,9 por ciento de los tres meses anteriores.

Mucho peor, Merrill Lynch, Morgan Stanley y Nomura Securities predicen que el conjunto de la economía estadounidense entrará en recesión este año.

Todo ello pinta un panorama desolador para un año electoral que, supuestamente, debía servir al partido gobernante para destacar los logros obtenidos y mirar al futuro.

La reacción de los candidatos demócratas no se ha hecho esperar, y mucho antes de que Bush o Bernanke reaccionaran, anunciaron sus propias iniciativas.

La senadora Hillary Clinton propuso hace unos días un paquete de 70.000 millones de dólares con seguros para desempleados, ayudas para las hipotecas, y beneficios fiscales para aquellas iniciativas que persigan la conservación de energía.

El senador Barack Obama plantea un plan de 75.000 millones de dólares con recortes de impuestos para los trabajadores y un aumento de las prestaciones por desempleo, en tanto que el ex senador John Edwards ofrece un paquete más modesto, de 35.000 millones de dólares, con ayudas para la vivienda y para los desempleados.

Todos coinciden en que en estos momentos es necesarios aumentar el dinero disponible que los ciudadanos tienen en el bolsillo, pero la duda es cómo hacerlo sin disparar el déficit presupuestario y la inflación.

Además, parece claro que la Reserva Federal debe acometer un nuevo recorte en los tipos de interés. Pero, ¿cómo hacerlo sin perjudicar a la inflación, que se encuentra en el 4,1 por ciento, el mayor nivel de los últimos 17 años?

El presidente de la Fed dejó claro que, para evitar estos problemas, es necesario que el paquete de medidas fiscales que apruebe el Congreso entre en vigor de manera urgente, para ganar efectividad, pero que sea temporal y no se alargue más allá de doce meses.

Además, Bernanke dejó la puerta abierta a una posible rebaja de los tipos de interés, pero no con la inminencia que esperaban los mercados, que ya han anticipado una decisión para la reunión de la Reserva Federal del 29 y 30 de enero.

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