Este artículo se publicó hace 16 años.
La tercera y última delegación de deportistas españoles desembarcó en Madrid
Sin la euforia del día anterior, con menos gente en la terminal 1 del aeropuerto de Barajas y casi a la medianoche, desembarcó en Madrid la tercera y última delegación de deportistas españoles que participaron en los Juegos de Pekín.
Con la figura destacada del palista gallego doble medalla de plata David Cal y con las jugadoras del baloncesto femenino, quintas en la competición con diploma olímpico, fueron saliendo uno a uno los deportistas con camiseta roja y vivos amarillos.
La hora de la llegada del vuelo procedente de China, que aterrizó en Barajas a las 23.38, conspiró para que no se repita la euforia desatada el día anterior, cuando desembarcaron entre otros los subcampeones olímpicos del baloncesto y hockey masculino, y los jugadores de bronce del balonmano.
Con rostros que denotaban el cansancio de las 13 horas de vuelo, el primero en aparecer en escena fue el entrenador de la selección femenina de baloncesto, Evaristo Pérez, que destacó la labor de sus dirigidas: "Creo que conseguimos un buen resultado porque estuvimos detrás de las tres potencias: Estados Unidos, Australia, Rusia y del local, China"
Minutos después apareció la ala-pívot valenciana Ana Montañana, que también resaltó el resultado obtenido por el equipo en Pekín: "Hicimos un buen torneo y, con un pelín más de suerte, hubiéramos estado más arriba".
Las jugadoras de hockey hierba, también con diploma en el séptimo puesto; los representantes de 'mountain bike'; las integrantes del equipo de gimnasia rítmica, a excepción de Almudena Cid; los representantes de taekwondo, judo y el pentatlonista Jaime López Sánchez, entre otros, fueron desfilando por la sala de una terminal uno de Barajas en la que sólo había familiares de los integrantes de la delegación.
El doble medallista en piragüismo (C1 500 y 1.000 metros), David Cal, fue el más ovacionado y, tras agradecer con emoción, sostuvo: "Toda lo vivido en estos Juegos representa una alegría inmensa; dos platas no se consiguen todos los días".
Sin la presencia mediática del día anterior, el aplauso cerrado para los 'embajadores olímpicos' se repitió y la sonrisa de cada uno de ellos daba a entender la satisfacción de haber participado en estos Juegos.
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