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The Virid-anne viste al hombre Zen y Van Beirendonck al chamán

EFE

La firma The Virid-anne con una visión Zen de la belleza y de la simplicidad; el artista belga Walter Van Beirendonck impregnado de cine y chamanismo, y el modisto brasileño Gustavo Lins ofrecieron hoy una visión muy espiritual de la moda masculina para el otoño-invierno 2011.

Interesado en la corriente estética japonesa Wabi-Sabi y en su visión budista sobre la fugacidad de la existencia, el creador japonés Tomoaki Okaniwa quiso vestir para la marca The Virid-anne a un hombre capaz de sobrevivir en "un futuro incierto y cambiante".

La exploración de las huellas que deja el paso del tiempo, como la erosión, la corrupción, también el clima, el medio ambiente y el hombre mismo, le condujeron a ofrecer modelos protectores del cuerpo, por ejemplo con enormes capuchas, que a la vez son también cuellos altos.

Superposiciones de prendas, de jerséis sobre jerséis, de mangas largas y cortas, abiertas en los laterales, que podrían parecer rotas pero están, por supuesto, perfectamente acabadas, fueron algunas de sus propuestas.

En los pies, confortables botines planos, con sendas costuras diagonales, y pantalones de cuero que al llegar a los tobillos se ajustan tanto a ellos que se confunden con las botas, brillaron con esta firma que presenta sus ideas en paralelo al calendario oficial de las colecciones.

De otro lado, inspirado en el sueño y el despertar de los chamanes, así como en la película "Inception" y los diferentes niveles de sueño que en ella se evocan, Walter Van Beirendonck propuso un osado viaje lleno de color.

Gran tradición con este modisto belga que gusta presentar sus creaciones sobre todo tipo de morfologías y que en contraste con los robustos cuerpos de su último desfile hoy trajo a su pasarela la estilizada figura del hombre africano.

Algo que en tiempos fue habitual pero que ahora es de gran originalidad en el mundo de la moda, comentó con Efe el consejero editorial de la revista "Fashion Daily", Jean Paul Cauvin.

Resaltaban aún mas así los colores de sus espectaculares abrigos y chaquetones de gruesos flecos sobresalientes, portados sobre trajes beiges de perfecto corte aptos para todo joven ejecutivo y para los despachos más sofisticados del planeta.

La asistencia aplaudió encantada sus grandes jerséis y chaquetas a rayas rosas, azules o amarillas que se llevan como capas y sus trajes de chaqueta de tweed, con falda hasta la rodilla dentro del más puro estilo Chanel, pero sobre viriles pantalones, encantaron a la asistencia.

Preguntado sobre las manos bordadas a la altura del corazón que aparecían en algunas prendas, el modisto dijo a Efe haberlas puesto ahí para representar "el amor, la amistad", para permitir a su portador "mostrar el momento en que queremos a alguien" y dar a la colección "un mensaje muy positivo".

Por su parte, el brasileño Gustavo Lins con una inspiración parcialmente japonesa y dos direcciones, una de sastrería y otra de drapeados, creó abrigos largos y tres cuartos, a veces reversibles, siempre anchos, grandes, holgados, a veces con efecto bufanda en lugar de solapas.

Sobre su pasarela, las mangas ocultaban las manos como si fueran una o dos tallas más grandes que su portador y algunas costuras quedaron a la vista, marcadas con tiras de piel.

Abrigos, americanas de cuero de cierre delantero curvado, tres cuartos y cazadoras-kimono eran portados aquí sobre jerséis de cuello alto y prendas drapeadas de punto y pantalones anchos, incluso cuando estos eran de cuero.

Negro y gris fueron los tonos esenciales de una colección en la que hubo algunas notas verde pizarra, verde caqui, blancas y azul marino, y un único color vivo, un rojo cardenal presente ante todo en algunos detalles como los zapatos, los calcetines o el pañuelo en el cuello, y en algún jersey.

Todo queda "muy masculino", dijo a Efe el modisto, que utilizó ante todo cachemir, lana, fieltro, lino y lana, y cuero en sus prendas.

Lola Loscos

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