Este artículo se publicó hace 14 años.
El Tourmalet, un juez gigante que elegirá el vencedor del Tour
El Tourmalet, símbolo de la montaña centenaria del Tour de Francia, será el juez que señalará al elegido para llegar el próximo domingo vestido de amarillo a París, con dos claros candidatos, el español Alberto Contador (Astana), actual líder y su enemigo número uno, el luxemburgués Andy Schleck (Saxo Bank), citados en sus rampas para un "todo o nada".
El legendario puerto pirenaico festejará a los grande su 100 cumpleaños, y tendrá de regalo el honor de elegir al virtual campeón del Tour. La cima del Tourmalet, a 2115 metros de altitud, será el punto final de la decimoséptima etapa, que se disputará con salida de Pau para completar 174 kilómetros, con otros dos colosos intercalados, el Marie Blanque y el Soulor, que darán lustre a la etapa reina de la presente edición.
Se trata de una final anunciada entre Contador, doble ganador del Tour y Andy Schleck, segundo en la pasada edición. Sin más margen para los planteamientos conservadores, ambos líderes, enemigos íntimos, quemarán las naves en un partido arbitrado por el Tourmalet, estrenado en 1910 por el francés Octave Lapize.
A falta de la contrarreloj del sábado, larga, de 52 kilómetros, Schleck tendrá que jugarse todas sus bazas en las pendientes del Tourmalet, "camino de mal retorno". Inferior a Contador contra el crono tendrá que "luchar hasta caer de la bicicleta" para desbancar al líder, quien en caso de no salir airoso de la última cita de los Pirineos aún tendría la carta del sábado.
Contador se mostró tranquilo en la jornada de descanso, más sereno tras reconocer su error en el "caso de la cadena". Salió a entrenase un par de horas al mediodía con un tiempo amenazante de lluvia, idéntica previsión a la del jueves.
El jefe de filas del Astana vaticina "una etapa muy reñida, ya que Andy Schleck y yo estamos muy igualados", y que será una jornada "espectacular". Sin obsesionarse por ganar la etapa, "como el año pasado en el Mont Ventoux", también tiene claro el líder que si puede finiquitar la carrera en el Tourmalet, lo hará.
"Sin duda, si puedo zanjar la carrera en el Tourmalet lo haré, así tendría más margen de tiempo y tranquilidad para la contrarreloj", señaló.
Andy Schleck tratará de saltar la banca y moral y descaro juvenil no le falta. No se conforma con el maillot blanco de mejor joven, quiere más, pretende el amarillo, y así lo hace saber.
"Posiblemente el que gane en el Tourmalet gana el Tour. Contador tiene un equipo de escaladores pero eso no le servirá. Me encuentro muy bien y creo que tengo serias posibilidades de ponerme líder. Será un todo o nada, y eso me motiva", dijo Andy Schleck, alojado en el mismo hotel de Contador en la víspera de la gran batalla.
No será el único pulso, el único aliciente a tener en cuenta en la jornada reina de los Pirineos. El ganador de la etapa será ,además, el segundo corredor que ponga su nombre en la cumbre del Tourmalet. El primero fue Jean Pierre Danguillaume en 1974, desde entonces el puerto fue siempre punto de paso, no final.
Hay más razones para la madre de todas las etapas. Samuel Sánchez (Euskaltel Euskadi) y el ruso Denis Menchov (Rabobank) se van a jugar, en principio, la tercera plaza del podio en los 18,6 kilómetros de ascenso al Tourmalet, si es que la carrera no revienta antes en el Marie Blanque o el Soulor. El asturiano sólo aventaja a su rival directo en 13 segundos.
"Samu", campeón olímpico en Pekín, tiene claro que "aquel que aguante cerca con Contador y Schleck tendrá mucho ganado", pero admite la dificultad de la pelea ante un corredor que ha ganado dos Vueltas y un Giro y que siempre le ha superado contrarreloj. Menchov ha mantenido una línea regular y tiene ante sí la posibilidad de igualar al menor el tercer puesto de 2008. Será un rival incómodo para el asturiano.
Pasado el mediodía partirá la etapa de Pau. Para ir calentando las piernas los corredores afrontarán la Cota de Renoir, de 4a. El siguiente examen será el Soulor (1a), de 11,9 kilómetros de longitud al 7,8 por ciento de pendiente media. Y quien quiera doctorarse en ciclismo tiene de final de fiesta el Tourmalet, de categoría especial, con sus 18,6 kilómetros al 7,5 por ciento.
Para el vencedor está reservado además el premio Henri Desgrange, aquel ingenuo y soñador director del Tour que en 1910 mandó al luxemburgués Alphonse Steinés buscar sensaciones fuertes en los Pirineos para favorecer el espectáculo. Al explorador casi se lo traga la nieve, pero el informe fue óptimo. Un farol que alumbrará al futuro vencedor del Tour de Francia.
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