Este artículo se publicó hace 14 años.
La tragedia pone en el mapa a Niteroi, la vecina olvidada de Río de Janeiro
La tragedia ha puesto en el mapa a Niteroi, una ciudad de unos 500.000 habitantes eclipsada por su proximidad a la turística Río de Janeiro y donde las lluvias de esta semana han dejado cerca de un centenar de muertos y decenas de desaparecidos.
"Nadie imaginaba que esto podía ocurrir", es la frase más repetida hoy entre los habitantes, vecinos y amigos de Viçoso Jardim, un barrio modesto de Niteroi donde un deslizamiento de tierras del Morro do Bumba arrasó anoche cerca de 50 viviendas y sepultó a unas 200 personas, según los bomberos, que han retirado ya diez cadáveres de la zona.
Niteroi, unida a Río por el imponente puente Presidente Costa e Silva, o simplemente Puente Río-Niteroi, que conecta las dos orillas de la bahía de Guanabara, ha sido la más afectada por las lluvias y los derrumbes que han causado hasta ahora 158 muertos en todo el estado de Río de Janeiro y dejado sin casa a miles de personas.
La diferencia de Viçoso Jardim con los derrumbamientos ocurridos en las favelas de la ciudad y de la propia Río, es que el alud del Morro do Bumba sepultó una veintena de casas que estaban construidas a pie de calle.
"Eran casas buenas, sin ningún riesgo", asegura Juliana, quien vive en una casa al otro lado de la calle.
Desde el balcón de su casa, cámaras y fotógrafos retratan un panorama dantesco: una montaña inmensa de barro, basura y escombros que las excavadoras van retirando poco a poco.
Cientos de vecinos se agolpan tras las cintas de seguridad y observan las tareas de rescate mientras hacen fotos y hablan con los medios de comunicación, aunque predomina un sentimiento de estupor, de no acabar de creerse lo que ha sucedido.
"Estaba todo habitado", comenta Pastor Rangel, ausente, mirando fijamente la nueva montaña de lodo que ha sustituido una ladera llena de viviendas.
"Ha sido una avalancha, una verdadera avalancha de barro que se lo ha llevado todo", dice en voz baja, como para sí mismo, y en seguida empieza a criticar a las autoridades y la gestión del Gobierno.
"Los gobernantes no cuidan del pueblo más pobre y necesitado", acusa, y añade con cierta ironía: "Construyen cuatro edificios, añaden 'Jardín' al nombre del barrio para revalorizar la zona y nada más".
A su lado, Pastor Rossei critica la superficialidad de las autoridades del Estado: "Se preocupan por el turismo, por los Juegos Olímpicos pero: ¿y la realidad?".
Las casas enterradas por la avalancha estaban construidas a lo largo y ancho de la ladera de un colina formada básicamente por tierra, sin una base rocosa suficientemente sólida.
Además, parte de la montaña fue utilizada durante 16 años como vertedero por los camiones de los servicios de limpieza municipales, por lo que grandes cantidades de basura acumulada se han mezclado con el barro.
La lluvia y el sol se van turnando por momentos durante toda la mañana, mientras centenares de operarios de rescate, policías y miembros de la Defensa Civil siguen trabajando sin detenerse.
Aún así, las tareas de rescate parece que vayan a un ritmo interminable y los operarios trabajan sin esperanzas de encontrar a más gente con vida.
Los socorristas van sacando algunas pertenencias personales de los habitantes de las casas destruidas: bolsas con documentos, carteras, ropa. Mientras tanto, los familiares esperan, ansiosos, en una tienda de campaña que han habilitado para ellos.
Más de la mitad de las víctimas mortales provocadas por la lluvia de estos días eran de Niteroi, y el 80 por ciento de ellas vivía en favelas, aunque después de la tragedia de Viçoso Jardim parece que nadie está seguro.
"Ahora yo también tengo miedo", asegura Junior, el cuñado de Juliana, que vive en otro barrio de Niteroi que supuestamente es seguro.
"Nadie se lo esperaba: la muerte no avisa", sentencia Joao Batista, un vecino de Viçoso Jardim que lo ha perdido todo: su casa ha quedado destruida.
Batista no estaba en su casa anoche cuando se produjo el derrumbe, lo que le salvó de ser sepultado vivo. Su amigo Pastor Rangel lo consuela: "Lo más precioso es estar aquí, es la vida".
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