Este artículo se publicó hace 17 años.
Trasladan a una cárcel de máxima seguridad a los líderes de la rebelión frustrada
El general Danilo Lim y el ex oficial y actual senador Antonio Trillanes, los líderes del motín frustrado en Filipinas, fueron trasladados hoy al centro de detención de máxima seguridad del cuartel general de la Policía.
Lim y Trillanes, junto al ex vicepresidente Teofisto Guingona, quien les apoyó cuando decidieron atrincherarse ayer con decenas de soldados en el Hotel Península de Makati, en Manila, llegaron en un convoy de vehículos armados a la base de Camp Crame poco después de las 06.00 hora local (22.00 GMT del jueves), según los medios locales.
Dado que hoy no es jornada laborable en todo el país por la festividad de San Bonifacio, los tres serán interrogados hasta que puedan ser formalmente procesados el lunes, explicó el ministro de Justicia, Raúl Gonzales.
Las medidas de seguridad en los accesos a Camp Crame fueron particularmente estrictas por el toque de queda ordenado a última hora de ayer por el Gobierno, que finalizó a las 05.00, mientras se impidió acercarse a los rebeldes a los periodistas, después de que ayer fueran detenidos hasta 50 informadores en el hotel donde tuvo lugar el acto de rebelión.
El Ejecutivo anunció que no prolongará el toque de queda durante el fin de semana, aunque mantendrá en estado de máxima alerta a las fuerzas de seguridad y los puestos de control para seguir deteniendo a más sospechosos de haber tomado parte en el motín.
Respecto a la detención de los periodistas, 17 han sido ya liberados después de que la Policía no encontrara motivos para procesarles y hubiera comprobado su identificación, pero el resto permanece en los calabozos de la base militar de Bagong Diwa, en Manila.
Las fuerzas de seguridad recibieron la orden de apresar a todos los civiles que se encontraban en el Península para impedir que los rebeldes pudieran escapar haciéndose pasar por reporteros, y varios informadores denunciaron que se les requisó material fotográfico y los vídeos con imágenes de lo ocurrido en el interior del hotel.
Estas detenciones fueron inmediatamente condenadas por la Unión Nacional de Periodistas de Filipinas, el segundo país después de Irak donde más profesionales de la información han perdido la vida en los últimos años.
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