Este artículo se publicó hace 15 años.
Trasplantan un riñón por laparoscopia por primera vez
Una mujer con insuficiencia renal crónica es la primera persona que ha recibido un riñón trasplantado por vía laparoscópica
Una mujer con insuficiencia renal crónica ha sido la primera persona del mundo que ha recibido un riñón trasplantado por vía laparoscópica, ha informado hoy el equipo quirúrgico del servicio de urología de la Fundación Puigvert, que ha efectuado esta compleja operación.
El director del servicio de urología, Humberto Villavicencio, ha hecho pública hoy la intervención, después de dar de alta a la paciente, que ha permanecido ingresada tras la operación durante 14 días y ha salido del hospital "con una función renal normal".
La operación duró 230 minutos, según ha explicado el coordinador del equipo quirúrgico, Antonio Rosales, que consiguió colocar el riñón a la paciente "a través de una pequeña incisión abdominal de siete centímetros, cuando lo habitual es cortar unos 20 centímetros".
La laparoscopia es una técnica quirúrgica que consiste en introducir un tubo fino y largo que permite visualizar los órganos abdominales con una cámara de vídeo. El cirujano ve los órganos en un monitor y los manipula con unos instrumentos quirúrgicos que entran en el cuerpo del paciente a través de unas pequeñas incisiones.
"Se trata de una cirugía mínimamente invasiva que reduce el dolor postoperatorio y permite una recuperación más rápida", según Antonio Rosales. En su opinión, la inserción de riñones por vía laparoscópica es "un gran avance" porque los receptores están sometidos a un tratamiento con inmunosupresores y cortisona que "favorece la aceptación del órgano, pero dificulta la recuperación y la cicatrización".
"Si la cicatriz es más pequeña y la operación es menos invasiva, el paciente puede ganar seguridad y calidad de vida", según Villavicencio, que ha indicado que la incisión practicada en esta ocasión "es muy semejante a la que realizan los ginecólogos en las cesáreas".
ComplicacionesEl momento más delicado de la operación fue, según Rosales, la disección de la vena y la arteria del receptor para conectarlas con la vena y la arteria del riñón donado. "Hay que poner una pinzas para que el paciente no se desangre y hay que hacerlo deprisa. Si tenemos en cuenta que el cirujano está trabajando con un monitor en dos dimensiones, en lugar de las tres dimensiones de la realidad, se puede entender la complejidad", ha explicado Rosales.
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