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Tres gobiernosen la diáspora

Tarradellas fue el único vínculo con la legitimidad republicana

JAUME CLOTET

El 21 de junio de 1977, en París, el presidente de la República, José Maldonado, y el presidente del consejo de ministros, Fernando Valera, emitieron un comunicado que ponía punto final a su tragedia. Tras validar la legitimidad de las elecciones, la nota acababa con estas palabras: 'Las Instituciones de la República en el exilio ponen así término a la misión histórica que se habían impuesto'.

Primero en México y luego en París, el Gobierno legal mantuvo su actividad y tuvo tres presidentes entre 1939 y 1977. México fue el primer país en reconocer su legitimidad, actitud que mantuvo hasta el final del franquismo, y logró que durante la conferencia fundacional de la ONU, en San Francisco, se excluyera al régimen franquista. La situación se mantuvo hasta 1955, cuando Franco logró dar la vuelta a la situación, con el reconocimiento del Vaticano y EE UU, en 1953.

Junto al Gobierno español, se exiliaron los Ejecutivos vasco y catalán. El PNV ya había previsto el desenlace fatal y había construido una infraestructura sólida para aguantar un largo exilio. Tras ocultarse bajo identidad falsa en Berlín, el único lugar donde no le buscarían, y pasar por EEUU, el lehendakari José Antonio Aguirre reconstituyó su Gobierno en París.

Tras su muerte en 1960, Jesús María de Leizaola le sucedió con un perfil discreto hasta 1979, cuando el primer lehendakari democrático tras la guerra, Carlos Garaikoetxea, tomó el relevo.

El caso de Catalunya es el único que cerró con éxito la continuidad institucional. El presidente del Parlament, Josep Irla, sustituyó a Lluís Companys tras su fusilamiento y se mantuvo hasta 1954, cuando fue relevado por Josep Tarradellas, también de ERC, que encarnó la legitimidad de la Generalitat durante décadas en un pequeño pueblo del centro de Francia.

Tras negociar con el presidente Adolfo Suárez, con quien se entendió con facilidad, el Gobierno español derogó, en septiembre de 1977, la ley franquista de 1938 que abolía las instituciones catalanas y restableció la Generalitat. El 17 de octubre Tarradellas era nombrado presidente de la Generalitat provisional.

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