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Triste adiós del mustio Valencia

Cañizares evitó una goleada del Chelsea en otro mal partido del equipo de Koeman 

ÁNGEL LUIS MENÉNDEZ

El Valencia da pena. Ni entusiasma ni provoca ira, que es lo peor que le puede pasar a un equipo de fútbol. Engrenda bostezo al espectador objetivo e induce a la depresión al buen aficionado ché. Incapaz de marcar un gol, ayer empató a cero ante el Chelsea y no jugará ni siquiera la UEFA.

Cuando sacaron a empellones del banquillo a Quique Sánchez Flores, acusado de fealdad futbolística, coqueteaban en lo alto de Primera División y aún sobrevivían en la Liga de Campeones. Ahora, mes y medio después, han sido desterrados de Europa para lo que resta de temporada y, de forma provisional, carecen de billete para el curso 2008-09.

Un panorama desolador, acorde con el pobre proyecto al que se empeña en atarse su nuevo técnico, Ronald Koeman, y fiel al nulo espíritu que exhiben los jugadores. Ni un escenario tan goloso para lucirse como Stamford Bridge elevó unos espíritus que se adivinan hundidos. Únicamente Cañizares honró el histórico escudo que porta en su pecho. Sacó un par de balones envenenados, se fue creciendo y acabó firmando una prodigiosa actuación y sosteniendo él solo al equipo.

Koeman insistió en un dibujo sombrío, indefinido. No se sabe si pretende defender o atacar, pero no logra ni lo uno ni lo otro. Por cierto, ¿qué fue de Albelda? Se pueden discutir no pocos conceptos del estilo con el que se maneja el capitán sobre el verde, pero su coraje es innegable. En las actuales circunstancias, al entrenador holandés no tardarán mucho en exigirle explicaciones sobre esta y otras ausencias.

El invento del trío Marchena-Sunny-Silva no funciona. El centro del campo del Chelsea le pasó por encima una y otra vez. Sólo la inspiración de Cañizares y la piadosa actitud de los ingleses evitó una sonrojante goleada.

Lesión de Villa

Los azules marraron ocasiones a mansalva y desperdiciaron otro buen puñado de ellas por no engranar la sexta marcha que se supone reservan para citas de mayor enjundia.
En el colmo de la negrura, Villa tuvo que retirarse aquejado de una lesión muscular. El asturiano padece con especial virulencia la pobreza del juego valenciano y no recuerda cómo se celebra un gol, pero la inspiración puede tocarle de nuevo en cualquier momento, así que sería fundamental que su percance muscular sea leve. No está el lúgubre Valencia para muchos más disgustos.

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