Este artículo se publicó hace 15 años.
El triunfo del sentido común
Que la Justicia está politizada es indiscutible. Y que el Constitucional y el Supremo han actuado hasta ahora en clara sintonía con los deseos del Gobierno de turno a la hora de aplicar la Ley de Partidos, es una deducción evidente. Muchas veces con pruebas abundantes y, en alguna ocasión, mediante decisiones disparatadas, como por ejemplo cuando ilegalizaron la mitad de ANV y dejaron presentarse a las elecciones municipales de 2007 a la otra mitad. En Guipúzcoa hay dos localidades separadas por el río Urola, Zumarraga y Urretxu; pues bien, en la primera, ANV fue ilegalizada, mientras que en la segunda se presentó y ganó las elecciones. Surrealismo en estado puro.
El Tribunal Supremo decidió seguir por la misma senda y acordó ilegalizar la candidatura de Iniciativa Internacionalista (II) con unos argumentos endebles. La Abogacía del Estado y la Fiscalía presentaron un detalladísimo relato de las simpatías de varios candidatos por la izquierda abertzale, especialmente Alfonso Sastre y Doris Benegas. Pero asistir al funeral de un dirigente de HB en 1989 no puede ser utilizado 20 años más tarde como prueba para suprimir el derecho al sufragio de la ciudadana Benegas, por mencionar sólo uno de los “vínculos” incluidos en las demandas de ilegalización. Una cosa es simpatizar con Batasuna y otra ser un instrumento suyo.
El hecho de que II condenase la violencia en su recurso ante el Constitucional –aunque el Alto Tribunal ni siquiera lo haya considerado necesario– eliminó el principal argumento de los partidarios de la ilegalización.La sentencia del TC es un triunfo del sentido común. Pero sobre todo es una victoria del Estado de derecho, que de esta forma no entrega armas dialécticas a sus enemigos.
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