Este artículo se publicó hace 13 años.
"Txapote", condenado a 105 años por ordenar asesinar a Buesa y su escolta
La Audiencia Nacional ha condenado a 105 de cárcel al exjefe de ETA Francisco Javier García Gaztelu, "Txapote", por ordenar asesinar al dirigente socialista Fernando Buesa y su escolta en 2000 en Vitoria, en la primera sentencia dictada por este tribunal tras el anuncio de la banda del cese definitivo de la violencia.
Así lo ha acordado la sección cuarta de la sala de lo penal en una resolución notificada hoy, en la que condenan a "Txapote" a dicha pena de cárcel por dos delitos de asesinato terrorista, otros dos de lesiones, uno de estragos y otro de falsificación de documento oficial y le imponen la prohibición de acercarse a la familia de las víctimas o residir en la capital alavesa durante 5 años.
Asimismo, la sala, integrada por la presidenta Ángela Murillo y los magistrados Carmen Paloma González y Juan Francisco Martel, condenan al exdirigente de ETA a indemnizar a los familiares del que fuera portavoz del PSE en la Cámara vasca con 500.000 euros y con la misma cantidad a los del escolta Jorge Díez.
La sentencia considera probado que como responsable de los comandos ilegales de ETA, "Txapote" mantuvo varias reuniones en el sur de Francia con los miembros del "comando Ituren" Asier Carrera, Luis Mariñelarena y Diego Ugarte -ya condenados por estos hechos- y les ordenó obtener "información detallada cerca de la vida y costumbres" de Buesa.
García Gaztelu mandó intensificar los seguimiento y vigilancias de Buesa "terminado el periodo de tregua" decretado por ETA en 1998 y rota en diciembre de 1999 y facilitó al comando la furgoneta, los explosivos y las armas que debían utilizar para cometer el atentado.
El tribunal sostiene que el "Ituren" intentó acabar con la vida de Buesa "en diversas ocasiones", aunque no pudieron ejecutar la acción "por diversas circunstancias" hasta que el 22 de febrero de 2000 hicieron estallar un coche-bomba por donde pasaba el político habitualmente, lo que causó su muerte, la de su escolta e hirió a otras dos personas.
Para los magistrados, la prueba de cargo que ha servido para condenar a "Txapote" ha sido obtenida "a través de todo un elenco de datos incriminatorios indiciarios" que ha desvirtuado su presunción de inocencia.
Así, citan las declaraciones inculpatorias prestadas por los terroristas ya condenados por estos hechos, tanto en sede policial como judicial, en las que reconocen que García Gaztelu es la "persona que facilitó al comando las armas, los explosivos, las matrículas y las placas falsas" de la furgoneta que también les hizo llegar la banda terrorista.
La sentencia cita también como prueba una "pequeña agenda personal" intervenida a "Txapote" tras ser detenido en Francia en la que constaban las citas que mantenía con los diversos comandos, entre ellas, "con los autores materiales del presente atentado".
"No puede olvidarse un importante detalle facilitado por el citado Asier Carrera", añade el tribunal, que detalla que fue García Gaztelu quien, "en el denominado periodo de tregua acordado por la propia banda, encargó llevar a cabo las informaciones necesarias sobre los futuros objetivos, para que finalizado tal periodo, el comando ejecutara la decisión de antemano adoptada".
Según la sala, aunque la autoría del acusado "no es la directa y material" exigida por cada uno de los delitos por los que ha sido condenado, sí permite, "bajo su cobijo", la autoría de los hechos "con un control efectivo y eficaz de todos y cada uno de los pasos que debía llevar a cabo el comando, inspirando y sosteniendo a los ejecutores materiales".
El tribunal que ha dictado esta primera sentencia contra miembros de ETA después de que la banda anunciara el cese definitivo de la violencia el pasado 20 de octubre -mismo día en que se celebró el juicio a "Txapote"-, es el mismo que la semana pasada comenzó a enjuiciar al exjefe etarra por el asesinato del concejal de UPN José Javier Múgica en 2001.
En esa ocasión, la presidenta Ángela Murillo renunció a celebrar la vista tras afirmar, sin percatarse de que había un micrófono abierto: "pobre mujer (...) y encima se ríen los cabrones".
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