Este artículo se publicó hace 13 años.
La UE constata que las mujeres concilian peor que los hombres
La estadística europea refleja cómo ellas dejan de trabajar a medida que procrean, al contrario que los hombres
Están a punto de echarla del cursillo de formación en geriatría que ella espera que le abra un horizonte mejor. Pilar lleva dos días sin asistir a clase porque su hija, de 20 meses, lleva unos días con fiebre. "Me han dicho que si vuelvo a faltar, no vuelva", explica a sus compañeras de piso tras volver del pediatra. Pilar necesita trabajar. Y para ello necesita formación. Tiene 31 años, huyó de su pareja y no tiene ni un duro para mantenerse a ella y a su hija. Suerte que desde hace dos semanas vive en uno de los dos pisos de acogida para madres solteras que la Fundación laica Isadora Duncan tiene en León.
La situación de Pilar (nombre ficticio) refleja, llevadas al extremo, las dificultades de las mujeres para conciliar su maternidad con su vida laboral. Según alerta el último estudio de Eurostat, la agencia de estadística europea, que recoge datos de 2009, las mujeres van dejando de trabajar a medida que van teniendo hijos. Al contrario que los hombres: a más vástagos, mayor número de asalariados.
Europa alerta del riesgo de exclusión de las que tienen un hijo solas
El comportamiento español sigue la misma lógica que el del conjunto de la Unión Europea, donde el 75,8% de las mujeres sin hijos trabaja fuera de casa. El porcentaje va descenciendo hasta el 71,3% si la mujer tiene un hijo, el 69,2% si tiene dos, y el 54,7% cuando se trata de madres de tres o más hijos.
En cambio, mientras el 80,3% de los hombres de la UE sin descendencia trabaja, el porcentaje aumenta al 87,4% si se tiene en cuenta a quienes tienen un hijo y al 90,6% si se tienen dos. La cifra baja ligeramente, al 85,4%, cuando se tiene en cuenta a los hombres con tres vástagos.
Pese a seguir la tendencia, en España, los porcentajes de mujeres de entre 25 y 54 años asalariadas son significativamente inferiores a los de los países de la UE. Por ejemplo, un 63,2% de las españolas con un hijo trabajan. Sólo tres países tienen una proporción más baja: Grecia (61,3%), Italia (59,0%) y Malta (45,7%).
Un 2,3% de las españolas tienen niños a su cargo sin pareja
Según este informe, además, hay muchas más madres solteras que hombres con un menor a su cargo. Mientras el 2,3% de las españolas está en esta situación (1,4 puntos menos que la media europea), en los hombres, la proporción es del 0,5%, exactamente igual que la media comunitaria.
La Unión Europea alerta del riesgo de pobreza al que se someten las madres solteras. Sufren una doble discriminación: son mujeres y madres. La comisión de Derechos de la Mujer del Parlamento Europeo está preparando un informe sobre su situación.
Pilar se tranquiliza un poco cuando Alicia González, la directora del piso de acogida, organiza turnos para que sus compañeras de piso, también madres solteras sin recursos, se hagan cargo de su hija y así ella pueda ir a clase. "Esta actitud no tiene ningún sentido. Te tienen que dejar acabar el curso", denuncia González.
La mayoría de madres solteras en pisos tutelados fueron maltratadas
Ajustar los horariosTras años echando horas en el sector de la hostelería, Pilar tuvo que dejar su trabajo el pasado enero. "El horario era incompatible con el cuidado de mi hija", justifica. Por eso, ahora quiere formarse en el mundo de la geriatría. "Podría trabajar en la atención a domicilio y ajustar mis horarios a los de mi niña", augura.
Pilar no tiene a quien pedir ayuda. Ni familia ni amigos. En su misma situación está Ángela, de 33 años, que lleva poco más de una semana compartiendo techo con Pilar, en el piso de acogida. La Fundación Isadora Duncan, pionera en abrir un piso de acogida laico para madres solteras en España, en 1990, les ha dado la oportunidad de poner orden a sus vidas. Tienen alojamiento, comida y se les da dinero para las necesidades básicas.
Las educadoras sociales enseñan a las usuarias a gestionar su dinero
A cambio, las mujeres tienen que poner de su parte. La Fundación les ofrece cursillos de informática, de cocina, de costura, les enseña a hacer currículums y les informa de los cursos de otras instituciones. Todo es gratis. "Ellas hacen el menú de la semana, la lista de la compra y nosotras vamos al super. Les enseñamos a que gasten lo absolutamente necesario, que aprendan a gestionar su vida y su economía", explica Ana Cristina González, educadora social. Algunas de las mujeres cobran un pequeño subsidio de unos 400 euros mensuales por ser víctimas de violencia de género.
Ángela y Pilar en realidad tienen otros nombres. Temen que sus exparejas las encuentren. Son víctimas de la violencia machista. "La mayoría de las madres que acogemos ha sufrido algún tipo de maltrato", explica Alicia González. "Proceden de familiasdesestructuradas, la mayoría no tiene amigos y están muy solas. No tienen recursos. Es dificilísimo salir adelante así", destaca.
Ángela, de 33 años, llegó a León con su bebé de 15 meses. La relación con el padre del niño acabó de malas maneras pero nunca le puso una mano encima. Quien sí la maltrató fue su pareja anterior, con quien tuvo una niña, que ahora tiene cinco años. "Salí de aquella casa con lo puesto y la niña en brazos", se abre después de largos silencios.
Los pisos de acogida de León fueron los primeros en abrir en España
Ya entonces encontró refugio en una casa de acogida. Pasó el tiempo, la orden de alejamiento prescribió y el padre acabó con la custodia de la niña, a la que Ángela apenas la ve. Nadie en la Fundación Isadora se explica cómo la Justicia resolvió así la situación. "Tenía amigas y les iba contando mis problemas, pero la gente se cansa deoírte. Los toros desde la barrera se ven muy bien", denuncia Ángela sin perder una sonrisa innata en ella.
Han pasado los años y Ángela lucha por salir adelante con su hijo pequeño. Esta semana le toca cocinar. Son las dos de la tarde del primer jueves de marzo y tres de las cuatro mujeres con las que comparte piso se sientan alrededor de la olla de lentejas que aún humea.
Dos pisos soleadosJuliet sale adelante con «trabajillos en peluquería y en limpieza»
En realidad, literalmente no todas comparten piso. La Fundación Isadora Duncan tiene dos pisos, amplios y luminosos, uno enfrente del otro. Cada uno tiene capacidad para tres mujeres y sus hijos, pero sólo se cocina en uno y todas comen y cenan juntas. Las tareas de limpieza se reparten. A estos pisos de acogida llegan mujeres de toda España, remitidas por los servicios sociales de las consejerías y ayuntamientos.
El hijo de Ángela es risueño y glotón. Gatea a sus pies y muerde las piezas de plástico con las que el otro bebé de la casa, la hija de Pilar, de 20 meses, juega en el suelo. Sus madres discuten sobre los problemas de convivencia que han surgido esa semana, en la reunión periódica con la directora del piso y las dos educadoras sociales. Tras tres meses, una de ellas ha decidido irse. Dará en acogida a su hija de cuatro años que, presintiendo lo peor, se aferra a su cuello con fuerza y llora y grita si su madre la aparta de su lado.
"Cada mujer es libre. Nosotras debemos fomentar su integración mientras estén aquí y que surja la amistad entre ellas, para que se ayuden entre ellas cuando salgan", explica Alicia González. Juliet es el ejemplo de que es posible salir adelante. Y así lo reivindica con énfasis. "A mi hijo no le tiene que faltar de nada. Si los adultos no tenemos cabeza, los niños no tienen por qué pagarlo", insiste. Nigeriana, de 32 años, vive con su hijo de cuatro en el piso que ha logrado alquilar, tras salir el pasado julio del piso.Su ex pareja le pasa una pensión, a la que suma lo que cobra por los "trabajillos de peluquería y de limpieza que le van saliendo".
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