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La UE denuncia la tibieza de Obama con el clima

Sarkozy y Merkel piden a la ONU una 'movilización' para evitar el fracaso de la cumbre sobre calentamiento de hoy en Nueva York. China e India no reducirán emisiones si no lo hace EEUU

DANIEL BASTEIRO

'Señor secretario general', escriben Nicolas Sarkozy y Angela Merkel, jefes de Gobierno de Francia y Alemania. 'Debemos acelerar ahora el ritmo de las negociaciones. Esta cumbre debe ser la de la movilización política para conseguir un acuerdo mundial ambicioso en Copenhague', alertan. El destinatario de la carta es Ban Ki Moon, secretario general de la ONU al frente de las negociaciones sobre el cambio climático, que hoy adquieren especial relevancia en una reunión de jefes de Estado y Gobierno en Nueva York. El cónclave es previo a la Asamblea General del organismo y forma parte de varias cumbres en serie que culminarán en diciembre, en Copenhague, para tratará de concebir al sucesor del Protocolo de Kioto. El texto obligaría al mundo a efectuar reducciones vinculantes en las emisiones de CO2 a la atmósfera para lograr que la temperatura suba sólo dos grados en este siglo con respecto a la época preindustrial.

La carta de Merkel y Sarkozy revela, sin embargo, que la UE teme el fracaso de las negociaciones por la hasta ahora escasa implicación de los países emergentes y la falta de objetivos ambiciosos de EEUU. Los primeros, con China, India y Brasil a la cabeza, no están dispuestos a pagar la factura climática de los países industrializados. Para ello piden una fuerte inversión que, de momento, sólo la UE se ha atrevido a cifrar: 100.000 millones de euros al año para ayudar al crecimiento verde de los países en desarrollo.

'Obama está asediado por la reforma sanitaria en EEUU'

EEUU recibe estos días críticas discretas pero amargas de Europa, que reprocha a Barack Obama que no haya anunciado compromisos concretos para la cumbre de Copenhague. 'No es el momento de jugar al póker', aseguraba ayer en el diario El Mundo el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, quien considera que las negociaciones están 'cerca de un callejón sin salida'. El presidente de turno de la UE, el sueco Friedrik Reinfeldt, alabó en la última cumbre de la UE la buena voluntad de Obama. No obstante, Reinfeldt añadió que las buenas intenciones no bastan: 'Se debe hacer más para llegar a los niveles que tenemos en Europa', dijo. En privado, los diplomáticos europeos elevan su indignación ante un presidente de EEUU 'asediado por la reforma sanitaria, que no es capaz de lograr un acuerdo en su país antes de ir a negociar a Copenhague', en palabras de un negociador danés.

En la UE existe un acuerdo para reducir en 2020 un 20% las emisiones de CO2 con respecto a los niveles de 1990, pero los 27 están dispuestos a elevarlo al 30% si en Copenhague otros países industrializados adquieren un compromiso parecido. Obama, por su parte, ha conseguido que la Cámara de Representantes apruebe un 17% de reducción de CO2 para 2020, pero todavía no tiene el aval del Senado, muy improbable antes de diciembre.

El presidente aún no tiene el aval del Senado para reducir emisiones

Para el embajador de la UE en EEUU, es la pescadilla que se muerde la cola. '¿Cree el Senado de EEUU que otros países van a hacer un gran esfuerzo si no hay un compromiso claro de EEUU?', se preguntó la semana pasada John Bruton, quien recuerda que este país es el responsable de un 25% de los gases de efecto invernadero que Copenhague quiere reducir.

Dentro de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), aprobada en 1992, se contemplan estas conferencias. La primera tuvo lugar en Berlín en 1995. Se han celebrado anualmente hasta su XV edición, en diciembre en Copenhage.

El objetivo de la Convención es estabilizar la cantidad de gases de efecto invernadero emitidos a la atmósfera a un nivel que evite cambios antropógenos peligrosos en el clima. En 1992 fue suscrita por 154 países. Actualmente el número es de 192.

En Kioto se firmó un acuerdo internacional que tiene por objetivo reducir un 5,2%, sobre el nivel de 1990, las emisiones globales de seis gases de efecto invernadero para el periodo 2008-2012. Aunque fue propuesto en la III Conferencia Internacional que tuvo lugar en Kioto en 1997, no entró en vigor hasta 2004, cuando se consiguió la ratificación de Rusia.

La condición a la que está sujeta el Protocolo de Kioto es que lo ratifiquen, al menos, 55 naciones cuyo nivel de emisiones alcance el 55% del total. Debido a que Estados Unidos no ha firmado el acuerdo, la cifra necesaria no se alcanzó hasta que Rusia dio el sí al Protocolo en 2004. Lo hizo a cambio de que la Unión Europea se comprometiera a sufragar la reconversión de su industria, así como la modernización de sus instalaciones.

Este asunto tiene que ver con la dependencia energética. La insistencia de la Unión Europea por la firma del Protocolo deriva de que su dependencia de importaciones de fuentes de energía fósil es mucho más elevada que la de Estados Unidos [que negoció en Kioto con Al Gore, en la fotografía], por lo que éste no considera tan necesario adherirse al acuerdo.

La reducción del 5,2% sobre el nivel de 1990 es global, pero no afecta igual a todos los países. Europa se comprometió a reducir un 8%, frente al 7% y al 6% que se estableció para EEUU y Japón, respectivamente. Aunque a España se le permitió un aumento del 15%, los países a los que se les permite incrementar sus emisiones suelen tener el problema de que su auge productivo se dio después de 1990, como es el caso de China, que actualmente es el mayor emisor de gases de efecto invernadero.

Los expertos se reúnen este diciembre para establecer los futuros objetivos que reemplacen a los del Protocolo de Kioto, ya que éste termina en 2012, lo que hace necesarios nuevos acuerdos.

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