Este artículo se publicó hace 16 años.
La UE seguirá con las ratificaciones para mantener vivo el Tratado de Lisboa
Los gobiernos de la Unión Europea han decidido mantener con vida el Tratado de Lisboa, pese al resultado negativo del referéndum irlandés, completando los trámites de ratificación parlamentaria en los ocho países que aún no los han concluido.
Tras oír a su colega irlandés, Michael Martin, los ministros de Asuntos Exteriores de la UE acordaron hoy continuar con los procedimientos, con la esperanza de que a finales de año veintiséis de los veintisiete hayan ratificado el nuevo tratado.
En el mejor de los casos, la crisis abierta provocará un considerable retraso en las reformas internas de la UE, que pugna desde hace más de un lustro por adaptar sus instituciones a la nueva realidad de una Europa ampliada a 27 Estados.
El ministro irlandés, que no pudo dar a los socios europeos indicación alguna sobre las razones del "no" ni ninguna pista de salida, aseguró que Irlanda "sigue comprometida con la construcción europea" y "no quiere que la dejen atrás".
Nadie quiso hoy blandir la amenaza de una Unión sin Irlanda o una Europa de dos velocidades.
La gran incógnita es la República Checa, donde el voto parlamentario sobre el tratado se encuentra en estos momentos pendiente de un dictamen del Tribunal Constitucional.
El Gobierno británico, presionado también por una opinión pública muy euroescéptica, tranquilizó hoy a sus socios sobre su decisión de completar la ratificación esta misma semana.
En Praga, la situación es mucho más delicada porque, incluso si el Parlamento finalmente aprueba el texto, el presidente checo, Vaclav Klaus, conocido euroescéptico, podría negarse a firmar la ley.
En Luxemburgo, el ministro checo de Exteriores, Karel Schwarzenberg, reconoció en rueda de prensa que legalmente no se puede forzar al presidente de la República a sancionar la ratificación, si no quiere.
La mayoría de los ministros europeos se esforzó hoy por minimizar el alcance de la crisis abierta por el "no" irlandés.
Según el jefe de la diplomacia española, Miguel Ángel Moratinos, "no estamos en una hecatombe, no hay crisis europea, no hay sensación de colapso de las instituciones y del alma europea".
Todos procuraron, por el contrario, mostrar "respeto" por la "decisión soberana" del pueblo irlandés y "solidaridad" con las autoridades, que se ven ahora ante la difícil tesitura de hacer cumplir la voluntad popular preservando la tradicional vocación europea del país.
Según comentó Martin en rueda de prensa, el Gobierno irlandés no ha considerado todavía "ninguna opción".
El ministro no quiso responder a ninguna pregunta sobre la posibilidad de un segundo referéndum.
"Europa ha sufrido en el pasado otros reveses y ha sabido salir de ellos colectivamente", insistió el responsable irlandés.
El primer ministro, Brian Cowen, hará una exposición más detallada de las aspiraciones irlandesas en la cumbre de jefes de Estado o Gobierno que se abre el próximo jueves en Bruselas y que tendrá que dar un mensaje más claro.
El debate de los ministros sobre el tratado acabó hoy sin conclusiones escritas, pese a lo cual Moratinos enumeró los acuerdos verbales entre los Veintisiete:
"Uno, el Tratado de Lisboa no está muerto; dos, no hay período de reflexión; tres, hace falta expresar respeto y solidaridad con Irlanda; cuatro, los procesos de ratificación continúan, y cinco, los irlandeses nos ayudarán a encontrar la mejor vía para resolver esta cuestión lo más rápidamente posible".
El ministro español confirmó que España "mantiene el calendario" de ratificación y que los trámites en las Cortes habrán concluido "antes del Consejo Europeo informal de octubre".
Según su relato, el titular irlandés de Exteriores fue "muy constructivo" en su intervención y pidió a sus colegas "tiempo y espacio político" para poder "construir una plataforma" que permita salir de la situación actual.
Esta actitud y el hecho de que el Gobierno irlandés no haya sugerido a los demás que suspendan las ratificaciones prueban que la situación es "radicalmente diferente a la provocada por el 'no' francés y holandés a la Constitución europea" en 2005.
Moratinos no quiso indicar por dónde puede ir la solución, aunque aseguró que "nadie" planteó hoy la posibilidad de revisar el texto del tratado.
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