Este artículo se publicó hace 16 años.
La UE y los países del sur buscan "un cambio de mentalidad" en sus relaciones
La Unión Europea (UE) y sus vecinos del sur del Mediterráneo quieren que la cumbre de París, con la que se lanza mañana la "Unión por el Mediterráneo" (UPM), suponga un "cambio de mentalidad" en su relación bilateral.
"El éxito de esta empresa dependerá de la capacidad del norte de aceptar el reparto de responsabilidades, de cambiar su comportamiento y su mentalidad", según Henri Guaino, consejero del presidente francés, Nicolas Sarkozy.
"Hace falta que la UPM sea un co-desarrollo, haya co-inversión y co-decisión. Si no, no habrá nada", afirmó Guaino, que quiso resaltar el hecho de que todo este proceso es "una voluntad común para reunirse y trabajar conjuntamente".
Un total de 43 jefes de Estado o de Gobierno de la UE y del Mediterráneo se reúnen el domingo por la tarde en el majestuoso Grand Palais de París para lanzar el proyecto oficialmente conocido como "Proceso de Barcelona: Unión por el Mediterráneo".
Es la primera vez desde que se inició la relación entre la UE y sus vecinos de la orilla sur del Mediterráneo que se sienta en la mesa de reuniones un presidente sirio, en esta ocasión Bachar Al Asad, y lo estará además frente al primer ministro de Israel, Ehud Olmert, con cuyo país está oficialmente en guerra.
Promover la paz en la región es uno de los objetivos de la UPM, aunque uno de los aspectos pendientes de la declaración final que los líderes deben adoptar mañana es el conflicto en Oriente Medio.
La idea que reitera la Presidencia francesa de la UE es que el Mediterráneo se convierta "en un marco de civilización, de estabilidad, de co-desarrollo, donde no haya lugar para el fundamentalismo, la violencia y la injusticia".
Según Guaino, otro de los aspectos "revolucionarios" de la iniciativa es que "abandona la lógica burocrática" e irá hacia una nueva "lógica de trabajo", en la que los proyectos irán por delante de los recursos, y no al revés, como "ha sucedido hasta ahora".
Antes de la cumbre, se han sugerido ya proyectos comunes, como un plan solar para reducir la dependencia energética y potabilizar el agua, una red de "autopistas del mar" para unir ambas orillas, un plan para descontaminar el Mediterráneo, impulsar la autopista del Magreb y crear un mecanismo regional de Protección Civil.
Para todos estos proyectos, según la Presidencia francesa de la UE, deben buscarse fondos adicionales, "ir a buscar el dinero allá donde sea necesario", incluido el sector privado.
No obstante, según ha reconocido París, el capítulo más problemático del comunicado final de la cumbre, además de lo relativo a Oriente Medio, tiene que ver con las reglas y las instituciones necesarias para gestionar la nueva cooperación.
La UPM contempla un secretariado permanente, pero, debido a los desacuerdos, su sede y su composición serán decididos por los ministros de Exteriores antes de que finalice el año.
El secretariado, por cuya sede postulan oficialmente Túnez, Marruecos y Malta, será de carácter técnico, buscará la financiación -incluido el capital privado- y ejecutará los proyectos.
La UPM tendrá una presidencia compartida entre la UE y un país del sur del Mediterráneo -por ahora Francia y Egipto-, aunque todavía no hay acuerdo sobre la duración del mandato.
Guaino tampoco dijo si en el comunicado final habrá una referencia específica a la inmigración, pero puso este problema como un ejemplo de lo que debe ser gestionado "conjuntamente", porque "ni los europeos ni los países de origen pueden resolverlo por sí solos".
En 2007, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, planteó su sueño de una "Unión Mediterránea", que fue recibido con frialdad por muchos miembros de la UE, que veían en el proyecto una fórmula de integración que dejaba de lado a los países del norte de Europa.
En marzo de 2008, Sarkozy y la canciller alemana, Angela Merkel, acordaron la redefinición del proyecto, que la UE renombró "Proceso de Barcelona: Unión por el Mediterráneo", con lo que se daba cabida a toda la UE y se continuaba con la iniciativa puesta en marcha por España en 1995.
Respecto a la implicación de los países de la UE en el proyecto, Guaino afirmó que, aunque estén todos, "los del Mediterráneo se implicarán más que los otros, porque su conciencia común es mayor que la de los de Europa del norte".
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