Este artículo se publicó hace 17 años.
Una última puesta en escena, una última ovación
Fernando Fernán-Gómez fue uno de los grandes y como tal se le ha despedido. Su última puesta en escena se convirtió en un nuevo éxito y todo aquel que pasó a darle un último adiós por el Teatro Español, en donde estaba la capilla ardiente, salía diciendo que más que un velatorio parecía una representación.
Pasada la una y media de la tarde el cuerpo del actor era incinerado en el cementerio de la Almudena en una ceremonia reservada para los más íntimos, entre ellos su viuda, la actriz Enma Cohen, responsable de que saliera perfecta la última función de su marido, que, además, hoy es condecorado por el Gobierno.
Fue íntimo, pero no faltaron los aplausos, incluso algún que otro brindis con copas de vino tinto y tango, mucho tango, como a él le gustaba.
Durante más de doce horas el escenario del Teatro Español, en donde Fernán-Gómez estrenó "Las bicicletas son para el verano" a finales de los años 70, se convirtió en una tertulia de café de esas que a él le gustaban tanto.
Una enorme foto en color, del protagonista y director de "El viaje a ninguna parte", sentado en una terraza en Roma leyendo el periódico y observando una paloma, presidía el escenario del teatro. Delante, su féretro cubierto con la bandera anarquista sobre la que se veía su medalla de la Real Academia de la Lengua.
Amigos y compañeros como Rafael Álvarez "El Brujo", Elvira Lindo, Fernando Guillén Cuervo, Julieta Serrano, Blanca Portillo, Loles León o Amparo Baró fueron leyendo sus textos, lo que de vez en cuando arrancaba una ovación de su público. Otros se sentaban a charlar animadamente, a modo de tertulia, en las sillas situadas alrededor del féretro.
El tango, ese que tanto amaba este limeño, nacionalizado argentino y que murió español, sonaba por todos los rincones del teatro, y el tango "Caminito", cantado en directo por Enrique Morente y bailado por una pareja de tanguistas, le despidió. Música que se escuchaba en toda la Plaza de Santa Ana a través de la megafonía instalada en la fachada del teatro.
Cientos de personas, familiares, políticos, artistas y compañeros de profesión pasaron entre ayer y hoy por el Teatro Español, un lugar elegido para instalar la capilla ardiente por el propio actor, ya que fue, aparte de éxitos cosechados, donde recitó por última vez unos textos de su actual director, Mario Gas.
Su hijo Fernando y su hija Helena acompañaron a la viuda, y fue Helena, fruto de su relación con María Dolores Pradera la encargada de agradecer a los presentes su asistencia.
Entre los presentes el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero; el ministro de Cultura, César Antonio Molina; Pilar Bardem, Manuel Aleixandre, Marisa Peredes, Álvaro de Luna, Nuria Espert, José Luis Borau, Pedro Almodóvar, Verónica Forqué, Montxo Armendáriz, Cayetana Guillén Cuervo, Tristán Ulloa, Berta Riaza, Víctor García de la Concha, Pedro Olea y José Luis Borau.
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