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Umberto Eco cree que "la belleza puede ser aburrida y la fealdad es infinita"

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Lo bello y lo falso son conceptos relativos, pero al escritor italiano Umberto Eco le ha ido "mucho mejor", desde el punto de vista de las ventas, con su "Historia de la fealdad" que con su "Historia de la belleza", porque esta última "puede ser aburrida" y "la fealdad es infinita".

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Eco, eminente semiólogo, novelista, Premio Príncipe de Asturias y doctor honoris causa por 25 universidades de todo el mundo, ha conversado esta noche sobre estos conceptos con Jorge Lozano, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, en lo que ha sido sin duda uno de los actos más importantes del Hay Festival Alhambra y que más público ha congregado. El auditorio Manuel de Falla estaba lleno a rebosar.

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Como dijo Lozano, Eco ha dedicado su vida a "habitar en el mundo de los signos", y en ese mundo ocupan un lugar importante lo feo y lo falso, tema sobre el que Eco disertó de forma amena y pedagógica, acompañando sus reflexiones con diapositivas que ilustraban sus afirmaciones.

El creador de la Escuela de Estudios Humanísticos de Bolonia, la "superescuela", como se la denomina en Italia, mostró unas cuantas imágenes de Venus, desde la de Willendorf hasta otras de siglos posteriores, para demostrar que "el concepto de belleza es relativo" y depende de la época y de las culturas.

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Puede que la Venus de Willendorf fuera hermosa en opinión de los artistas de la época, pero la de Lucas Cranach a Umberto Eco le parece "anoréxica", y hoy día la anorexia puede representar para algunos "el ideal de belleza".

Lo mismo sucede con el concepto de fealdad, que en el arte se representa a veces "de manera hermosa".

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Eco enseñó la imagen de un perro horrible que ganó el concurso internacional de fealdad, para ilustrar la distinción entre la fealdad artística y la de la naturaleza.

"La fealdad es siempre un error de sintaxis y por eso es infinita, porque las maneras de construir una frase de forma correcta son escasas, pero las de hacerlo mal son infinitas", afirmó el autor de "El nombre de la rosa".

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El gran intelectual italiano mostró también un cuadro de una virgen pintado por Adolfo Hitler, claro ejemplo de lo "kitsch".

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