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Antón Baamonde: "Feijóo es un mero gestor de provincias"
El filósofo Antón Baamonde, que presenta este jueves en Madrid su libro Unha nova Olanda, defiende que las ciudades son "un estado de ánimo" y propone un modelo de futuro para Galicia basado en la interconexión de sus ciudades con Portugal
A Coruña-Actualizado a
En el mundo hay 40 megalópolis que concentran el 66% de la actividad económica del planeta, y el proceso va en aumento. ¿Qué puede hacer Galicia, con 30.000 núcleos de población y sólo dos ciudades con más de 200.000 habitantes, ubicada en el extremo más alejado de un Estado cuya capital es como un agujero negro que absorbe capitales y población de lo que considera su periferia dependiente, para desenvolverse como país y consolidarse como economía desarrollada en ese nuevo escenario?
Antón Baamonde (Vilalba, 1959), filósofo y autor de una prolífica bibliografía, trata de dar respuesta a la pregunta en Una nova Olanda (Galaxia, 2021), en la que critica la ausencia de un proyecto para Galicia durante los últimos años de Gobierno de Feijóo y en la que aboga por aprovechar sinergias con Portugal para dar continuidad a su cultura y mantener su personalidad.
Baamonde presenta su obra este jueves a las 19 horas en el Círculo de Bellas Artes, en un acto que abrirá el coloquio España en red, España policéntrica en el que participarán la portavoz nacional del Bloque Nacionalista Galego, Ana Pontón; el pintor y escritor Antón Patiño y los periodistas Xosé Hermida y Enric Juliana.
En su libro dice que las ciudades son estados de ánimo. ¿Cuál es el estado de ánimo de Galicia, o cuál es el que debería tener?
Lo que intento en el libro es poner en valor las diferentes identidades urbanas, los diferentes caracteres, sociologías, economías, personalidades, historias y estados de ánimo. Me pareció importante señalar esas diferencias porque rara vez se pone acento sobre eso. En cuanto a Galicia, mi impresión es que está en un declive suave, especialmente en el período después de la crisis del 2008 que coincidió con la época de atonía política de Alberto Núñéz Feijóo, que ha sido un mero gestor. En el caso de Santiago esa atonía se nota desde hace años. Vigo y A Coruña, que son más dinámicas, quizá tengan un poco más de energía. Pero la situación general es de desánimo, lo que tiene dos causas. Primero, la idea de que los estándares de vida actuales son mejores que en el pasado, que está muy presente en la memoria colectiva, y segundo, que eso sanciona cierto conformismo y la bajada de expectativas con respecto al futuro. Es muy significativo que entre el 2003 y el 2010 300.000 personas jóvenes, muchas de ellas muy formadas, hayan emigrado. Madrid, en cambio, ha crecido en 1,3 millones de habitantes.
Esa pérdida de población es una singularidad gallega desde finales del siglo XIX, pero otros países que han sufrido lo mismo, como Italia o Irlanda, no tienen los mismos problemas.
O el norte de Portugal. Pero allí hay gente joven, y aquí una población envejecida. Las previsiones demográficas dicen que Galicia podría perder entre medio millón y un de habitantes en las próximas décadas si no hay una reorientación del equema económico. Porque en el fondo de esto lo que subyace es la falta de trabajo y de expectativas económicas.
Además hay un sistema económico que no cree en lo público y que sanciona a las zonas más débiles. Se cierran hospitales, colegios...
No es un patrón exclusivamente gallego. Sucede en el norte de Portugal y en la Península Ibérica. La emigración del campo a la ciudad se produjo en España después de la guerra, y ahora se está produciendo una nueva emigración que ya no es del campo a las ciudades, sino de las ciudades pequeñas y medianas a las grandes urbes, Madrid y Barcelona. Es un fenómeno nuevo, con gente formada y con un elevado nivel educativo. La atonía y el estado de ánimo del que hablábamos antes también tiene que ver con ésto, con que chicos y chicas de las universidades de A Coruña, Santiago y Vigo no tengan oportunidades y tengan que marcharse a Barcelona, a Madrid, a Londres o a Berlín.
Se lo preguntaba por si cree que el modelo neoliberal tiene que ver con esa falta de oportunidades para quienes viven alejados de las grandes ciudades.
Lo que yo intento en el libro es incardinar el fenómeno urbano gallego en el fenómeno urbano del mundo. En el 2007 se da un cambio fundamental, y es que ya hay en el planeta más gente viviendo en ciudades que viviendo en el campo. Pero las ciudades gallegas son pequeñas, no hay ninguna gran ciudad. Y mientras tanto, en Estambul aparecen en unos pocos años barrios del tamaño de A Coruña. Lo que estructura Galicia es el eje atlántico, entre Ferrol y Vigo. Ahí es donde viven hoy las clases populares de Galicia, en los barrios periféricos y en las conurbaciones urbanas de las ciudades que componen ese eje. Ese modelo del que usted habla consiste en la privatización masiva, que no es legítima porque crea una enorme polarización social. El modelo de Feijóo ha consistido en impulsarla, limitándose a controlar la deuda recortando de un modo que no fuera demasiado visible.
En qué debería consistir el modelo gallego que usted defiende?
Intento definir un proyecto de modernización que no implique el declive como país. Galicia ha tenido suerte con la zona franca de Vigo, que impulsó la instalación de Citroën, y en A Coruña con Inditex, o con Coren en Ourense. Pero el problema es que no hay un proyecto de modernización solvente. Y entre los múltiples aspectos que deberían componer ese proyecto, está la cuestión urbana. El Gobierno de Galicia debería definir y aprovechar las ventanas de oportunidad, unir las ciudades por tren en media hora, como están haciendo en Euskadi o como han hecho en Holanda, unirlas por carretera y por tren, y también por línea ferroviaria con Portugal. Entre Porto y Ferrol hay siete millones de personas. Ese tiene que ser el diseño de futuro de Galicia. Pero esto nunca estuvo en la mente de Feijóo y su Gobierno, que son funcionarios con manguitos. Además en España nunca se tomó en consideración que existe ese continuum económico, social y cultural entre Galicia y Portugal. Existe Madrid y toda su zona de influencia, el corredor mediterráneo... Lo que yo intento con el libro es que en Galicia se hable también de esa idea.
En Galicia se ha gastado miles de millones en infraestrucuras duplicadas. Tres aeropuertos, dos puertos exteriores en Ferrol y A Coruña a diez millas náuticas en línea recta...
Hay un buen localismo, que consiste en defender lo que quieres para tu ciudad. Pero el localismo construido a base de crear enemigos externos es una barbaridad. El puerto exterior de A Coruña se construyó después del Prestige por motivos torticeros, para liberar y especular con los terrenos del borde litoral del centro de a Coruña. El hecho de que años después aún no tenga conexión ferroviaria da idea de la falta de de planificación y de los gastos colosales a los que llevan las ideas absurdas. Esa infraestructura costó cientos de millones, mientras Galicia sigue sin algo tan elemental como son los trenes de cercanías, sigue con puertos que están infrautilizados en todo su potencial...
En ese nuevo modelo de un mundo dominado por las megalópolis, ¿es viable ese modo de vida de Galicia, de ciudades pequeñas, villas y aldeas?
En cierta manera, pero... Yo soy de Vilalba, que cuando yo era niño tenía 21.000 habitantes. Hoy son 13.000, y la mayoría viven en el casco urbano. Hay muchas aldeas que son pueblos fantasma, y no es de los sitios peores en ese sentido. Hubo una Galicia que duró 1.700 años y nuestra generación está viéndola desaparecer. Pero más que llorar por eso, lo que deberíamos hacer es crear un modelo de poblamiento que permita un desarrollo armónico. Galicia puede perder un millón de habitantes en las próximas décadas, pero si eso no sucediera, en el mejor de los casos tampoco va a ganar población. Quiero decir que sus ciudades no van a tener un exceso de población. Y hay que aprovechar eso para hacerlas más densas y con mayor calidad de vida, con un urbanismo que las haga habitables, donde se pueda pasear, vivir, respirar...
¿Cree usted que la salida de Feijóo abre una oportunidad a un cambio de modelo en Galicia?
En cierto sentido sí se da una ventana de oportunidad, aunque ya ha habido otras y no se han aprovechado.
Se lo digo porque su libro lo presenta en Madrid Ana Pontón, portavoz nacional del BNG, y eso también tiene una lectura política.
Para mí es un orgullo que Ana se sienta solidaria con las tesis del libro. Espero que tengan virtualidad de Gobierno. Pero más allá de eso, insisto en que lo que intento con el libro es que esa idea esté en el debate público, que se hable de eso en el PSOE, en los sindicatos, y también en el PP, claro.
¿Qué Galicia deja Feijóo?
Una Galicia en declive, con un estado de ánimo plano, sin expectativas. Feijóo no ha aportado una sola idea en los últimos años, se ha limitado a cuadrar las cuentas. Fraga podría ser un fascista, un franquista, pero hacía política. Feijóo es un mero gestor de provincias. Y lo peor es que deja a Galicia en una situación demográfica catastrófica y, sobre todo, sin expectativas, desanimada y sin tensión.
Hablando de Fraga, ¿cómo cree usted que habría sido el desarrollo urbano de Galicia si Fraga no hubiera decidido llevarse la capital administrativa a Santiago? A lo mejor hoy A Coruña era una ciudad del tamaño de Valencia, un gran polo de desarrollo.
Si la capital se llevó a Santiago, y no a Vigo o a A Coruña, no fue porque Santiago fuera el centro espiritual de Galicia, sino por los problemas que le habría ocasionado a Fraga llevársela a Vigo o a A Coruña. Lo que usted dice es una hipótesis factible. Y Santiago podría haberse convertido en una especie de Oxford.
Usted escribió el libro antes de la invasión rusa de Ucrania. ¿Cree que el modelo de orden mundial que describe cambiará por la guerra?
Es posible, pero no lo sabremos hasta que termine. Probablemente haya una nueva guerra fría entre Occidente y el bloque de China y Rusia. Pero lo que sí tengo claro es que quien más va a perder es Europa.
Para terminar, y volviendo a lo de las ciudades y los estados de ánimo. Usted ha vivido en las siete ciudades gallegas. ¿Qué estado de ánimo le evocan?
Vigo es el caos creativo, Pontevedra la ciudad amable y paseable, y A Coruña, cálida y humana. Ferrol es la esperanza y el optimismo, o la necesidad de esperanza y optimismo, porque es nuestro Detroit, y Ourense siempre será para mí la ciudad de Marcos Valcárcel [historiador, periodista y escritor]. Lugo es la memoria de mi adolescencia, y Santiago, la maravilla donde crecen mis hijos.
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