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Vacas locas, el combustible verde para fabricar cemento

Las cementeras cambian carbón y fuel por residuos diversos como neumáticos, disolventes o serrín

MARÍA GARCÍA DE LA FUENTE

Buscar combustibles alternativos que generen menos emisiones de gases de efecto invernadero y que disminuyan el consumo de carbón y fuel es el nuevo reto de la industria del cemento, que ha encontrado en la valorización de residuos una nueva fuente energética. De hecho, el 18% de la energía que consumieron el año pasado las cinco fábricas que Holcim tiene en España procedió de combustibles alternativos y este año se espera superar el 20%, explicó a Público el director de Desarrollo Sostenible de Holcim España, Manuel Soriano.

Neumáticos fuera de uso, harinas animales, disolventes gastados, glicerina o serrín impregnado son los combustibles alternativos más utilizados en las cementeras. El año pasado, el empleo de combustibles alternativos en las cementeras del grupo, en vez de carbón o fuel, evitó la emisión de 58.238 toneladas de dióxido de carbono (CO2) y se ahorró el empleo de 61.705 toneladas de coque (hulla).

Una parte de los residuos se puede emplear directamente como combustible en las cementeras. Es el caso de neumáticos fuera de uso o harinas cárnicas. Sin embargo, otro grupo de residuos requiere una valorización; es decir, 'aprovechar los recursos contenidos en los residuos sin poner en peligro la salud humana y sin utilizar métodos que puedan causar perjuicios al medio ambiente', según la ley que regula la actividad. Así, antes de quemarlos en las cementeras, pasan por la planta de tratamiento que Holcim tiene en Albox (Almería), donde se hace un análisis previo de los residuos para determinar su contenido en cloro o su pH y se preparan para ser incinerados. Es la única planta en España que trata desechos y prepara combustibles alternativos. La combustión de los residuos se realiza a altas temperaturas (1.450º C) para destruir los compuestos orgánicos.

Un caso específico de uso de residuos como combustibles son las harinas cárnicas, que proceden de la trituración de vacas locas y se pueden quemar directamente en las cementeras. Esta es la solución que encontró el Gobierno a principios de 2001 cuando firmó con los fabricantes de cemento un acuerdo para que se encargaran de erradicar el ganado bovino con encefalopatía espongiforme transmisible o mal de las vacas locas.

Antes de quemarlas, se había inactivado el prión causante de la enfermedad; por tanto, no eran infecciosas y se podían gestionar como cualquier residuo no peligroso, según el decreto que modificó la Ley de Residuos en 2001.

Debido a la 'cantidad ingente de productos', el Ejecutivo consideró 'preferible la valorización energética de estas harinas que el depósito en vertedero', según sus propios documentos, aunque limitó a un 10% la cantidad que se podía valorizar en cada planta.

La quema de las vacas locas en las cementeras 'fue una solución a un problema sanitario respetuosa con el medio ambiente', señala el director de Desarrollo Sostenible de Holcim España. De hecho, permitió reducir el uso de combustibles fósiles y disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Antes de que se puedan utilizar para la producción de energía, algunos residuos requieren un tratamiento. “Las cementeras sólo pueden quemar líquidos y sólidos finos, triturados o voluminosos como neumáticos fuera de uso, y todo lo demás se tiene que tratar”, apunta el director de Desarrollo Sostenible de Holcim España. Así, botellas de aguarrás, lodos, barnices o siliconas; bidones pequeños de aceites domésticos, de motor o de sentinas, y garrafas pequeñas de pinturas líquidas con base de disolvente, tintas, alcoholes, cetonas o resinas van primero a la planta de preparación de combustibles que Holcim tiene en Albox (Almería). Es la única en España que prepara combustibles alternativos líquidos y sólidos a partir de residuos.

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