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La venganza del encapuchado: ardiendo en los Monegros

ORNAMENTO Y DELITO

GARIKOITZ GAMARRA, CANTANTE

Nos llamamos Ornamento y Delito desde septiembre de 2007, cuando Pepe entró a sustituir a nuestro primer bajista, Ricardo. Aquella primera formación se paseó por las carreteras de España con el nombre de G. G. Quintanilla y el Telón de Acero. Hacia febrero de 2007 actuábamos por primera vez fuera de Madrid gracias a la influencia y saber hacer de Rober, nuestro guitarrista, que nos consiguió un bolo en La Lata de Bombillas, la mítica sala de conciertos de Zaragoza, como teloneros de una banda sueca que llegaba de la mano de Fikasound (esto es, de Rober). A continuación, la pesadilla.

Todo empezó mal. A Ricardo le surgió algo y no podía tocar. Insensatamente, decidimos continuar con el bolo sustituyendo el bajo de Ricardo por el sintetizador de nuestra amiga Irene, un par de ensayos y a correr. Al final del concierto, Javi, el responsable de la sala, le confesó a Rober que no esperaba gran cosa, pero nunca pensó que fuéramos tan malos. Afortunadamente, con el tiempo pudimos demostrarle en repetidas ocasiones que no, que no éramos tan malos.

'Cuando el guardia civil que tomaba nota del atestado se enteró de que llevábamos un par de Fender, comentó que a él le encantaban Dire Straits'

Al día siguiente tocaba Barcelona y la desaparecida sala okupa Albricias. En Albricias me esperaba mi amigo Crek, de Macromassa, quien había mediado con el colectivo responsable para organizar todo. Acababan de abrir el local y ¡albricias! me encontré en el suelo un billete enrollado de 20 euros: aquí se acabó nuestra suerte. Descubrimos que el equipo de sonido eran unos altavoces para ordenador, así que conectamos el micrófono a un ampli de bajo que mugía más que sonaba y ofrecimos nuestras canciones en un ambiente de tolerancia y comprensión, rodeados de amigos; Barcelona siempre nos ha querido mucho, aunque no nos lo merezcamos. Después decidimos descargar tensiones en la noche del barrio de Gracia.

La faena había terminado, resacosos, recogimos y de vuelta a Madrid. Yo viajaba con Irene y Patricia Fikasound en autobús, pues en el Volvo familiar de segunda mano recién adquirido por Rober no había sitio más que para David, Rober y todos nuestros instrumentos. Más tarde, Patricia me confesó que esa mañana al levantarse había visto al encapuchado detrás de Rober, su novio.

Y, efectivamente, a mitad de trayecto recibimos una llamada de David. A la altura de los Monegros empezaron a notar algo raro, un humo negro salía del capó del coche. Tras parar en el arcén de la autopista descubrieron que el humo no provenía del capó, sino que toda la parte inferior del vehículo había entrado en combustión. Presas del pánico, se alejaron del coche y vieron, a una distancia prudencial, cómo las llamas ascendían e iban devorando el auto. Llamaron a los bomberos, que acudieron una hora después, apagando un pino al que también habían alcanzado las llamas. Tres gui-tarras eléctricas, un sintetizador recién adquirido, un Fender deluxe, una batería se fundieron y confundieron con la carrocería y tripas del auto en una escena de belleza cronembergiana. Cuando el guardia civil que tomaba nota del atestado se enteró de que llevábamos un par de Fender Stratocaster, comentó que a él le encantaban Dire Straits.

Unos meses después nos bautizamos como Ornamento y Delito.

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