Este artículo se publicó hace 14 años.
¿Puede la vida en Vancouver mejorar con los Juegos Olímpicos?
Las ciudades que se enfrentan a la titánica tarea de ser sede de los Juegos Olímpicos sostienen que la costosa inversión realizada crea una mejor calidad de vida para sus habitantes en los años venideros.
Pero Vancouver, sede de los Juegos de Invierno que comienzan el viernes, ya está catalogada como una de las ciudades más habitables en el mundo, lo que ha hecho que algunos se cuestionen si pueden aportar algo a esta ciudad canadiense en la llamada "Costa Izquierda".
"La vara está tan alta que será interesante ver si lo logran", dijo Randy Albertson, de 55 años, reunido con amigos en el centro de Vancouver frente al tablón que lleva la cuenta atrás para los Juegos.
Rodeada de agua y montañas nevadas, Vancouver es la personificación de las actividades saludables al aire libre, ya que permite que se juegue golf por la mañana y se practique esquí por la tarde.
Con una sola autopista bordeando el centro, la ciudad también impulsa el transporte público, lo que permite a muchos de sus habitantes no usar el coche. Incluso el alcalde Gregor Robertson viaja en bicicleta, pese a uno de los inconvenientes de la ciudad: la frecuente lluvia.
Vancouver fue catalogada como las ciudad más habitables en 2009 por The Economist y fue cuarta en el sondeo "Quality of Living" de Mercer de 215 ciudades realizado el mismo año.
El alcalde dijo que Vancouver es tan avanzada en temas como las leyes antitabaco que cedió por voluntad propia en esos temas para acomodarse a los Juegos.
"No necesitamos explayarnos sobre lo lejos hemos llegado", dijo Robertson. "Creo que es importante que mostremos cómo nos estamos comportando como ciudad, y mostrar eso, pero no ser intransigentes al respecto".
Los Juegos tienen un presupuesto principalmente financiado de manera privada de 1.700 millones de dólares canadienses (unos 1.165 millones de euros), aunque un informe de un auditor provincial de 2006 estimó el coste para los contribuyentes en 2.500 millones de dólares canadienses.
Incluso aunque apoyan el espíritu olímpico, algunos ciudadanos de Vancouver tienen sentimientos encontrados sobre cómo se gasta el dinero y si mejorará la vida para los más desfavorecidos, como las miles de personas sin hogar que se encuentran a pasos de sedes olímpicas.
Sin embargo, muchos aprecian la nueva y elegante línea del tren que une al aeropuerto con el centro, y las mejoras hechas en la autopista Sea to Sky hasta el balneario Whistler, centro de los eventos olímpicos de esquí.
Pero uno de los mejores beneficios para los habitantes de Vancouver podría ser la fiesta, la oportunidad de celebrar durante dos semanas y hacer alarde de su ciudad de clase mundial ante los visitantes.
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