Este artículo se publicó hace 17 años.
"La violación de Lucrecia", de Britten, llega por primera vez al Teatro Real
La ópera "La violación de Lucrecia", escrita por el compositor británico Benjamin Britten, llega mañana por primera vez al Teatro Real con un libreto para sólo 8 solistas vocales y 14 instrumentistas y con el que debutan en Madrid el director musical Paul Goodwin y el director escénico Daniele Abbado.
"The rape of Lucretia" o "La violación de Lucrecia" se estrenó en el Festival de Glyndebourne en 1946, por la contralto inglesa Kathleen Ferrier, una de las cantantes preferidas de Britten, quien concibió esta obra en pequeño formato.
Sin embargo, para el director artístico del Teatro Real, Antonio Moral, "no se puede hacer más con menos".
Integrada en un ciclo dedicado a Britten, el Teatro Real presenta únicamente tres funciones de "La violación de Lucrecia", que se desarrolla en dos actos, para los próximos días 13, 15 (retransmitida en directo por RNE) y 17 de noviembre.
La ópera "La violación de Lucrecia", que utiliza algunos pasajes de William Shakespeare y Tito Livio sobre el célebre episodio que determinó el final de la monarquía en Roma y la expulsión de los Tarquinios en el 509 a.C., es tanto para Goodwin como para Abbado "muy moderna" y tiene muchos "componentes arquitectónicos".
El británico Paul Goodwin compara la representación de "La violación de Lucrecia" con un espejo que se resquebraja y en el que todo "se refleja en diferentes planos".
Por ejemplo, la belleza de Lucrecia se rompe y aparecen complicaciones o grietas en su vida, al igual que sucede con el supuesto coraje de los guerreros, y la música representa todo ello pasando de ser suave y cálida a atonal y bitonal.
Asimismo, Goodwin defiende que, aunque la obra tiene dos colores, para Benjamin Britten no todo era blanco y negro o derecha e izquierda, sino que "hay una zona gris" en la que todo se va superponiendo.
Los cantantes llegan a entonar las mismas letras en los mismos momentos, "pero sin entenderse", ha explicado Paul Goodwin, para quien Britten consigue con ello "un efecto brillante".
Por su parte, el italiano Daniele Abbado ha querido subrayar el posible simbolismo entre esta ópera y la necesidad que tenía Britten, tras la segunda Guerra Mundial, de transmitir la idea de "víctima".
En una Europa pobre y que va descubriendo las terribles consecuencias de la guerra, el compositor crea una ópera con una orquesta muy limitada y unos personajes con sentimientos muy fuertes.
Para Abbado, además de Lucrecia como la gran víctima, en esta ópera acaban siendo todos víctimas, incluyendo el coro y los músicos. Por ello, el director de escena ha ideado para su estreno en el Teatro Real la introducción sucesiva de imágenes de desolación y sufrimiento.
En el reparto destaca la presentación en el Teatro Real de la mezzosoprano finlandesa Monica Groop en el papel titular de Lucrecia, y el barítono norteamericano Andrew Schroeder como Tarquinius. También se estrenan la soprano holandesa Violet Noorduyn como coro femenino y el tenor inglés Toby Spence como coro masculino.
Éstos últimos personajes son para Antonio Moral muy interesantes, pues Benjamin Britten planteó los coros femenino y masculino con sólo dos cantantes, pero que van narrando la historia desde el principio y, al final, ofrecen una reflexión bajo la moral cristiana, un aspecto que ha sido criticado en ocasiones.
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