Este artículo se publicó hace 15 años.
De los vuelos de la muerte a piloto de una compañía de bajo coste
Un ex militar argentino fue arrestado en Valencia reclamado como torturador por un juez de Buenos Aires
Aterrizaba en el aeropuerto de Manises (Valencia) con relativa frecuencia. Por eso pudo ser identificado por el Grupo de Localización de Fugitivos de la Policía. Argentina lo reclama por haber presuntamente participado en los vuelos de la muerte desde los que, durante la dictadura que vivió el país entre 1976 y 1983, se arrojaba al mar a los detenidos.
A petición del juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco, el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Quart de Poblet (Valencia) bajo cuya jurisdicción queda el aeropuerto valenciano acordó ayer el ingreso en prisión incondicional de Julio Alberto Poch, de 57 años y doble nacionalidad, argentina y holandesa. Poch fue trasladado desde el juzgado a la cárcel de Picasent. El proceso de extradición que ahora se abre contra el piloto se seguirá, como es preceptivo, en la Audiencia Nacional.
Está acusado de secuestros y tortura por lanzar al mar a personas vivas
Incontinencia verbalA su arresto ha ayudado el propio Poch. Otros pilotos, compañeros suyos, declararon ante el juez argentino Torres que en una cena en Bali (Indonesia) confesó su participación en los vuelos de la muerte, según el digital argentino Lavoz.com.ar.
Lejos de mostrar arrepentimiento, Poch defendió los métodos utilizados por la dictadura para exterminar a los disidentes, a los que calificó de "terroristas". En su opinión, las Madres de la Plaza de Mayo no se podían quejar, porque sabían que sus deudos eran terroristas. Según los testigos presentes, incluso afirmó que las personas arrojadas vivas al mar "no sufrían porque se las drogaba", práctica que él equiparó a una ejecución en un contexto de guerra. Durante un viaje internacional también le dijo a su copiloto que los militares deberían haber matado a todos.
Poch se jactó en público de que sus víctimas no sufrían al ir drogadas
A partir de estos testimonios, Argentina reclama a Poch por varios delitos, entre ellos, torturas y secuestros por haber participado en los vuelos con los que se lanzó al mar a más de 1.000 personas. Llegó a ser teniente de Fragata durante la dictadura, y prestaba sus servicios en uno de los principales centros de represión, la Escuela Superior Mecánica de la Armada (ESMA), desde la que salieron los vuelos de la muerte.
Precisamente por su participación en estos crímenes fue condenado en España a 1.084 años de cárcel el ex militar Adolfo Scilingo. Después de su condena, en Argentina se abrieron procesos para tratar de averiguar lo ocurrido con las 30.000 personas que se calcula que murieron o desaparecieron durante la dictadura militar. Por eso la Audiencia Nacional no volvió a juzgar a ningún presunto represor. Ricardo Miguel Cavallo extraditado desde México a España, después de que lo reconocieran supervivientes fue entregado a Argentina.
Una escala de 40 minutosUna vez retirado, Poch entró a trabajar en la compañía aérea regular holandesa y alcanzó el rango de comandante. El lunes tenía previsto realizar en Manises una escala de 40 minutos y regresar al aeropuerto de Schipol en Amsterdam. La intervención del Grupo de Localización de Fugitivos y agentes de la Jefatura Superior de Policía de Valencia frustró sus previsiones.
Para tratar de ocasionar al pasaje el mínimo perjuicio, según la Policía, se había previsto un nuevo comandante con antelación. Una portavoz de Transavia señaló que se había mantenido en contacto con el piloto en todo momento, informa Europa Press.
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