Este artículo se publicó hace 14 años.
Vuelve "Perdidos en la tribu" a Cuatro, con experiencias que cambian la vida
Jóvenes azotadas hasta la sangre en un rito de madurez y una escala social en que las mujeres van por detrás de los cerdos son algunos de los choques culturales a que se enfrentan tres familias en "Perdidos en la tribu", un espacio donde "los fuertes se hace débiles", según su presentadora Nuria Roca.
Roca ha explicado hoy en la presentación del espacio -que se estrena el domingo en Cuatro a las 22:00 horas- que los nuevos concursantes conocían las experiencias de la primera edición y se imaginaban lo que les esperaba, "pero sus previsiones se desmoronaron pronto, y los que aparentaban ser más fuertes se hicieron débiles ante lo desconocido".
Los Rovira-Mezcua, una familia valenciana de tres hijos, se integran con los Hamer en el desértico entorno del africano Valle del Omo; los cuatro miembros de la familia Segura-Romero, de Málaga, viajan a un remoto pueblo de los Kamoro en la indonesia isla de Papúa, y los cuatro valencianos que forman los Moreno-Noguera cruzan medio planeta para convivir con los aborígenes Nakalumané de una remota isla del Pacífico.
Todos ellos deberán integrarse en la vida diaria de sus anfitriones, en busca de la aprobación del Consejo Tribal que les llevará al premio de 150.000 euros a repartir entre los aceptados.
Más de 3.000 familias se presentaron al casting del programa, con el objetivo mayoritario de "reforzar los lazos familiares", ha explicado Nuria Roca, que ha añadido que "al final, el premio en metálico es lo de menos, las familias valoran más las experiencias que les afectarán el resto de su vida, y que les hacen unirse mucho más y tratarse con más respeto".
Además de vivir situaciones como las de dormir en medio de los manglares rodeados de cocodrilos o comer gusanos gigantes, los concursantes han visto rituales tan crudos como el del paso de la juventud a la madurez de los varones Hamer, que saltan desnudos por encima de una larga fila de vacas, mientras los miembros femeninos de su familia reciben latigazos como símbolo de orgullo y devoción.
"Cuantas más cicatrices luzca la mujer, más respetada será en el poblado", explicaba Nuria Roca, quien ha señalado que "asumir este tipo de tradiciones, como la de los Nakulamené, que consideran a la mujer inferior al cerdo, es muy complicado para cualquiera, pero sobre todo para algunas mujeres de fuerte carácter que participan en el programa".
"Yo lloré también, porque hay situaciones que te superan", ha confesado el director del programa, Hugo Tomás, quien convivió con los Kamoro durante tres meses, como trabajo previo antes de que lleguen las familias.
Para Tomás, lo reseñable del programa, que busca el contraste entre unas y otras es "lo orgullosas que están las tribus de sus costumbres, viven así porque quieren, no porque estén totalmente aislados del mundo".
El respeto forma parte por tanto de la relación con las tribus, y algunas ceremonias secretas no se han podido grabar, como la del kava de los Nakulamené, a la que sólo asisten hombres, ha explicado Isabel Durán, coproductora ejecutiva de Eyeworks España, la productora que se encarga en España de este formato internacional.
Durán ha apuntado, asimismo, que las tribus reciben "compensaciones" por el tiempo que dedican sus miembros a enseñar su forma de vida y sus costumbres a los visitantes, además de colaborar con ONG de la zona en proyectos concretos.
Fernando Jerez, director de Antena de Cuatro, calificado de "formato ambicioso" el programa, uno de los más vistos de la cadena el pasado año, con un 13,5 % de cuota de pantalla y más de dos millones de espectadores, y resaltó que, más que un concurso, se trata de una "aventura vital, porque los participantes te dicen que les ha cambiado la vida".
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