Este artículo se publicó hace 13 años.
Wen Jiabao promete mejoras sociales ante el fantasma de las protestas
El primer ministro chino, Wen Jiabao, prometió hoy mejoras sociales para frenar el descontento en la inauguración de la Asamblea Nacional Popular (ANP, Legislativo), en un Pekín fuertemente vigilado por la reciente convocatoria de las "protestas jazmín".
Aunque esas protestas apenas han sido secundadas y únicamente han servido por ahora para enfrentar al Gobierno con la prensa extranjera, lo cierto es que sus reivindicaciones por internet parecen haber sido oídas por Wen, cuyas promesas coinciden con las peticiones de los convocantes: más atención a la corrupción, la desigualdad social o al alto precio de la vivienda.
Ante los alrededor de 3.000 legisladores reunidos hoy en el Gran Palacio del Pueblo, al oeste de la plaza de Tiananmen, Wen hizo un repaso a la situación actual del país y adelantó los objetivos del régimen comunista para 2011 y también a más largo plazo, ya que en este plenario se aprobará el XII Plan Quinquenal (2011-2015).
En el lustro que se inicia, señaló el jefe de Gobierno, China se fijará un crecimiento anual medio del 7 por ciento, una meta considerablemente inferior a la de los cinco años anteriores, en los que ese promedio fue del 11,2 por ciento.
Será el lustro, reveló Wen, en que la población urbana superará por primera vez a la rural en la larga historia de la civilización oriental, ya que actualmente los urbanitas suponen el 47,5 por ciento del total, pero hacia 2015 serán el 51,5 por ciento.
Hasta 2015, subrayó Wen a los legisladores -algunos de ellos con uniforme militar y otros ataviados con trajes tradicionales de las etnias a las que representan- se buscará "mantener el nivel de precios básicamente estable", se aumentará la renta per cápita rural a un ritmo anual del 7 por ciento, y se buscará que la esperanza de vida aumente en un año (ahora ronda los 74).
Wen también previó la creación en cinco años de 45 millones de empleos urbanos, viviendas para familias de renta baja para un 20 por ciento de la población urbana, y una seguridad social -ahora casi inexistente para gran parte de los chinos- que pague a los asegurados un 70 por ciento del tratamiento médico.
En cuanto a los objetivos a corto plazo para 2011, el primer ministro previó un crecimiento del PIB del 8 por ciento (2,3 puntos porcentuales menos que en 2010), prometió luchar para que la inflación no supere el 4 por ciento a final del año (frente al 3,3 de 2010) y, en definitiva, "un buen ambiente para transformar el modelo de desarrollo económico".
Como si escuchara las peticiones de "más trabajo, más vivienda y más igualdad", uno de los lemas de los convocantes de las por ahora fracasadas protestas en la calle pequinesa Wangfujing y otros céntricos lugares de China, Wen dedicó casi la tercera parte de su discurso a prometer mejoras sociales para 2011.
Así, Wen garantizó atención "a problemas que causan gran resentimiento entre las masas, como las expropiaciones no autorizadas de tierra cultivable y las demoliciones ilegales de viviendas", conflictos que cada año generan decenas de miles de protestas en todo el país.
También, en otro punto coincidente con las reivindicaciones de los convocantes de protestas, el primer ministro lanzó una severa advertencia a los políticos corruptos y aseguró que el Gobierno "resolverá a conciencia problemas relacionados con los empleados gubernamentales que abusan del poder para su beneficio personal, olvidan sus deberes o violan los derechos de otros".
En particular, destacó Wen, se combatirán "la extravagancia, el despilfarro y el formalismo", reduciendo las reuniones innecesarias, los gastos suntuosos de los líderes comunistas y otras prácticas que han distanciado al pueblo del régimen comunista.
El primer ministro inauguró con su discurso dos semanas de deliberaciones de la reunión política más importante para China, en la que se fijarán los objetivos estatales para los próximos cinco años.
La ANP se celebra rodeada de fuertes medidas de seguridad, como el control de todos los vehículos que entran en Pekín desde otras provincias o la prohibición del uso del espacio aéreo capitalino, incluyendo el uso de las tradicionales cometas.
Este año, además, el temor de Pekín a un contagio del descontento social de los países árabes a China, con las mencionadas "protestas jazmín", ha generado una seguridad aún mayor que en otras ocasiones, y más limitaciones a los periodistas foráneos que otros años.
Ello incluye, por ejemplo, la prohibición a los periodistas extranjeros a informar desde la calle Wangfujing, bajo amenaza de perder su visado de reportero si lo hacen, o interrogatorios en el metro a los cámaras de televisión.
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