Este artículo se publicó hace 11 años.
Wert culpa a los medios de la poca popularidad de sus reformas
El ministro de Educación considera "frustrante" que la prensa "distorsione" las "robustas evidencias científicas" con las que justifica sus cambios en el sistema
El ministro de Educación, José Ignacio Wert, ha calificado hoy de "muy frustrante" que se tomen decisiones políticas basadas en "evidencias científicas robustas, que se han ido acumulando en el tiempo" y estas lleguen "profundamente distorsionadas" a la ciudadanía.
Wert se ha manifestado así en la inauguración de los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), donde ha sido recibido, a su llegada al Paraninfo de la Magdalena, con gritos y abucheos por un grupo de manifestantes en defensa de la enseñanza pública.
La lección inaugural de los cursos de verano en el primer año del rector César Nombela al frente de la UIMP ha sido pronunciada por el Premio Nobel Mario Molina, quien ha hablado sobre el cambio climático y las evidencias científicas que lo demuestran.
Tras el discurso del científico mexicano, Wert se ha referido a las decisiones políticas que también se basan "en evidencias científicas robustas" y a la dificultad de trasladarlas a los ciudadanos.
"Es realmente muy frustrante ver que esas evidencias somos incapaces de trasladarlas a la opinión pública", ha dicho, antes de referirse al papel de los medios de comunicación, que, en su opinión, hacen que "lleguen profundamente distorsionadas a la ciudadanía". Según el ministro, esta distorsión "impide que esa base argumentativa, racional y elaborada sea el sustento aceptado de decisiones basadas en evidencias".
Wert ha recordado en su intervención que la UIMP cumple 80 años y sigue siendo, en su opinión, la "celosa guardiana de una tradición de excelencia", además de la "adelantada" de una nueva concepción del mundo universitario y una "herramienta cada vez más poderosa" de las enseñanzas en español y los cursos de inmersión en inglés. Además, el titular de Educación cree que ha sido y sigue siendo una universidad "extraordinariamente preocupada por mantener el pulso, el latido, de las cosas realmente importantes".
Contra el cambio climáticoAntes de la intervención del ministro, la UIMP ha entregado su Medalla de Honor a Mario Molina, Premio Nobel de Química en 1995 por sus investigaciones sobre el adelgazamiento de la capa de ozono a causa de la emisión de compuestos CFC (clorofluorocarbonos) y uno de los asesores del presidente de Estados Unidos, Barak Obama, sobre cambio climático.
Molina, sobre el cambio climático: "Sale menos costoso a la sociedad enfrentarse al problema que negarlo"
El químico mexicano ha subrayado que entre la comunidad científica ya hay un consenso "al 99%" sobre la influencia en el clima de las emisiones de gases con efecto invernadero, que siguen aumentando, sobre todo en los países emergentes, ha advertido. Para Molina, habría que reducir esas emisiones en un 30% a finales de esta década y durante la próxima, a la mitad, un reto que ha calificado de "gigantesco" y que hay que afrontar, a su juicio, con medidas como la utilización de energías renovables. También cree que la energía nuclear tendría que ser una "opción importante" que hay que considerar, a pesar de que sea "tan controvertida" y que se tendría que poner "un precio a las emisiones" mediante un acuerdo político internacional como el que se alcanzó para los CFC.
El nobel ha abogado por otras medidas más amplias que, a su modo de ver, "tienen sentido con o sin cambio climático", desde edificar casas mejor aisladas a eliminar los subsidios a los combustibles fósiles. Molina considera que la lucha contra el cambio climático se asemeja "a una apuesta en un juego de ruleta" en la que se deben tener en cuenta las probabilidades. Y según ha alertado, es poco probable que la temperatura de la tierra suba menos de cuatro grados si se sigue como hasta ahora y hasta existen "ciertas probabilidades" de que suba seis.
Pero ha abogado por emprender medidas que permitan "cambiar de ruleta", unas medidas que, además, tendrían un coste "relativamente modesto", no más del 3% del Producto Interior Bruto (PIB) mundial. "Desde el punto de vista económico sale menos costoso a la sociedad enfrentarse al problema que negarlo", ha subrayado este científico, quien ha recordado que también hay razones "éticas muy claras": la responsabilidad con las generaciones futuras, empezando por la juventud de hoy.
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