Este artículo se publicó hace 16 años.
Woody Allen, la fidelidad al jazz de los orígenes
Woody Allen siente que el primitivo jazz de Nueva Orleans está un tanto arrinconado, pero él le sigue siendo fiel desde hace muchas décadas y lo mantiene vivo con su banda de siempre. Hoy en San Sebastián tocó, divirtió y entretuvo con los viejos sonidos de la música popular sureña.
Tras la apertura de ayer en Barcelona, el de esta noche ha sido el segundo concierto de los cuatro que ha programado en España el realizador y actor neoyorquino dentro de su gira europea, y también el segundo que ofrece en el Kursaal.
Quizá por el precio de las entradas -han quedado sin vender algunas de las más caras-, y porque no era nuevo en esta plaza, no ha llenado, aunque casi, el auditorio donostiarra, que pisó por primera vez en septiembre de 2005, unos días antes de que estrenara en el 52 Festival de Cine de San Sebastián "Melinda y Melinda", con la que engrosó su larga lista de grandes películas.
Ha habido más de 1.600 personas que han pagado entre 36 y 70 euros para pasar un buen rato con Woody Allen y su New Orleans Jazz Band, y seguro que sin la intención de tomar al realizador norteamericano la medida como clarinetista, una faceta que él vive con más humildad que pretensiones.
En el continente donde cuenta con más devotos como cineasta, Allen es el reclamo de cartel, pero su grupo tiene un músico esencial, el banjo Eddy Davis, la otra cabeza de un tándem que hoy ha dado nuevas muestras de su conocimiento mutuo, de muchas veladas juntos que se remontan a los primeros años 60.
Más allá de comparaciones con los grandes nombres del jazz, cuyo talento Allen ha dicho en repetidas ocasiones que no posee, el director de "Manhattan" y "Annie Hall" sí ha hecho gala de su oficio como instrumentista, trabajado con los años y la práctica diaria.
Con sus característicos movimientos, la cabeza y las piernas siguiendo el ritmo y los ojos casi cerrados mientras toca el clarinete, Allen ha trasladado al público su propio e introspectivo disfrute, una puesta en escena sin imposturas que nace de una música a la que se siente profundamente atado.
"Es como darse un baño de miel o algo así. No hay nada entre ti y la emoción pura cuando estás tocando. No hay ningún elemento cerebral de por medio", confesaba Woddy Allen en "Wild man blues", el documental que rodó Barbara Kopple durante la gira europea que la New Orleans Band realizó en 1997.
El de esta velada ha sido un masaje alegre y aparentemente despreocupado, que el público ha respondido con muchos aplausos y una gran ovación final.
Allen y los seis músicos de este grupo "dixie", dirigidos por el siempre sonriente Eddy Davis, han regalado un largo bis, y dentro del repertorio el "Mona Lisa" de Nat King Cole y "Para Vigo me voy", cantado en español por el pianista Conal Fowlkes.
El icono, el cineasta admirado, puede que esté en estos conciertos por encima de la música, pero el Allen clarinetista no parece buscar el perdón en ello y ha ofrecido a la audiencia un buen hacer profesional, una hora y media larga de entrega a la música que comenzó a obsesionarle siendo un muchacho.
Dice que esos viejos sonidos despiertan poco interés incluso en su lugar de origen y se siente muy satisfecho de que el público salga encantado después de escuchar a su banda.
Hoy tendrá toda la impresión de haberlo logrado. ¿O no?. Habrá que confiar en que no haya brotado su lado más neurótico tras posar el clarinete.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.