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Yoshiko Kawashima,la Mata Hari de Oriente

Fue una de las mejores agentes de Japón en la II Guerra Mundial

GUILLAUME FOURMONT

Impasibles, los curiosos admiran el cuerpo sin vida de Aisín Gioro Xianyu. Tiene el rostro tumefacto, lleno de sangre. Era una princesa man-chú, aunque no era conocida bajo este nombre y su muerte no fue llorada por nadie en la República China. Porque Aisín también era Yoshiko Kawashima, un nombre japonés que refleja una vida guiada según los intereses del Imperio del Sol. Japón ocupó parte de China entre 1931 y 1945 y Kawashima, conocida como La joya de Oriente o La Mata Hari de Oriente, era una de las mejores espías de Tokio.

Le encantaba vestirse de hombre. Algunos rumores atribuyen esa manía a una violación cuando Aidín era adolescente. Hija del príncipe man-chú Su, nace en Pekín el 24 de mayo de 1907, en un entorno acomodado de la nobleza china.

El imperio de la Ciudad Prohibida caía cinco años después, aunque la familia de Aidín conservó sus privilegios. A ella poco le importaba, rompe con su familia y se deja adoptar por Naniwa Kawa-shima, un ex mercenario y espía de Japón; es decir, el peor enemigo de China. Aidín nace otra vez bajo el nombre de Yoshiko.

Crece en la ciudad de Matsumoto, su padre adoptivo la educa con hijos de militares y piensa aprovecharse de sus encantos chinos. Japón sufre las consecuencias de la crisis de 1929 y ve en la expansión militar una fuente de riqueza y de prestigio. Tras un intento de suicidio, Yoshiko se casa con el hijo de un militar del Ejército de Mongolia; el matrimonio dura dos años y ella se va a Shanghai, donde tiene claro a qué quiere dedicarse. Su fuerte personalidad y su belleza llaman la atención de Ryukichi Tanaka, encargado de asuntos militares y de inteligencia japonés en la ciudad china. Viven juntos.

Tras la victoria en 1928 contra los señores de la guerra y los comunistas, el nacionalista Chang Kai Chek controla casi toda China, aunque el país está arruinado. Japón ve en la región de Manchuria, al noroeste de China, el territorio perfecto para expandirse. Ya tiene intereses económicos en la zona, cuando los militares nipones provocan, en septiembre de 1931, un atentado contra un tren suyo: la excusa para la invasión. Nace el Manchucuo, Estado títere de Tokio. Pero se necesita a un líder fácil de controlar. Yoshiko recibe la orden de seducir a Pu Yi, último emperador de China.

Los nacionalistas chinos echaron a Pu Yi del trono en 1912, cuando aún era un niño. Era un mujeriego conocido de Shanghai, donde conoce a Yoshiko. La espía tiene que llevarse a Pu Yi a Manchucuo. Tokio le promete un imperio. Pu Yi acepta en 1934, aunque son los militares japoneses los que lo controlan todo. Yo-shiko no quiere ser sólo la amante de un soberano títere.

Cuando Mao Zedong lanza, en octubre de ese año, la Larga Marcha, los japoneses temen la reacción de la población y buscan su respaldo. Al frente de una milicia de casi 5.000 hombres, Yoshiko lucha contra las fuerzas antijaponesas. Poco le importa pasar por una de las grandes traidoras a su país.

Es una heroína, tiene un programa de radio, un modelo que Tokio utiliza en su propaganda. Pero cuando nacionalistas y comunistas chinos se alían contra los nipones en 1937, el sueño del Manchucuo se esfuma y Japón, aliado de la Alemania nazi, debe retirarse en 1945. Yoshiko Kawashima no huye, sin embargo, a su país de adopción, sino que regresa a Pekín. Es detenida y, el 25 de marzo de 1948, los chinos la ejecutan, bajo el nombre de Aisín Gioro Xianyu.

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