Este artículo se publicó hace 13 años.
Zapatero y Gonzalez arengan al PSOE en apoyo de Rubalcaba
El presidente y el expresidente se declaran «al servicio» del candidato del PSOE y llaman a la movilización
Gonzalo López Alba
Felipe González a la derecha y José Luis Rodríguez Zapatero a la izquierda. En medio de ambos, Alfredo Pérez Rubalcaba. Y los tres juntos. Con esta imagen simbólica de unidad intergeneracional y cierre de filas arrancó la Conferencia Política en la que el PSOE sentará las bases de un programa con "aroma socialdemócrata" para salir de la crisis. Pero ayer, en la inauguración, lo que hubo fue llamada a rebato.
La penúltima despedida de Zapatero, ante las más de 2.000 personas que asisten al cónclave socialista, se vio difuminada por la intervención, fuera de programa, de González. En un simulacro de improvisación, fue el presidente de la Conferencia, el andaluz José Antonio Griñán, quien pidió al expresidente del Gobierno que tomara la palabra. "Y sale Butragueño...", se escuchó a un espontáneo en la sala de prensa.
Los socialistas presentan su unidad como un activo para gobernar
El que salió fue, según sus propias palabras, una mezcla de "agitador agitado", de "rebelde que no se conforma", de "fiel militante de un partido" que no quiere "que se sienta derrotado, sino triunfador". González, que presidió el Gobierno durante 14 años y fue secretario general del PSOE durante más de 20, llamó a "la movilización inmediata" de todos los socialistas, y lo hizo con un matiz de regañina: "A veces tengo la sensación de que estamos a la defensiva y necesitamos una movilización inmediata, pero a la ofensiva, no a la defensiva, porque tenemos todas las respuestas a la crisis que no tiene la derecha".
El expresidente no escatimó ni un solo elogio hacia Rubalcaba, que fue con él ministro de Educación, de la Presidencia y su último portavoz: "Alfredo, eres lo mejor que le puede ocurrir a este país y a la construcción de la socialdemocracia europea". Para que no quedara duda de su vínculo personal, se refirió a Rubalcaba como "mi candidato" algo que nunca le reconoció públicamente a Zapatero y se declaró a su "servicio" y a sus "órdenes, como un militante, dispuesto a trabajar, como siempre, pero ahora más".
En su entrega a la tarea de levantar los ánimos, recordó que él ganó por cuarta vez en 1993, cuando hasta sus compañeros de partido daban las elecciones por perdidas, y también que, en 1996, los socialistas perdieron "por un telediario". Llevado de su propio entusiasmo escénico, extendió la arenga a la gestualidad y se despidió agitando las manos en el aire como hacen los futbolistas cuando reclaman el apoyo de la afición para remontar un marcador adverso.
Zapatero justifica el ajuste en evitar que España
Por la metáfora futbolística enlazó Zapatero el último en hablar la continuidad del discurso de apoyo a su sucesor como candidato del PSOE. "Es el típico buen capitán de fútbol, porque siempre pide la pelota, siempre da la cara y nunca se pone de perfil, y yo quiero un presidente del Gobierno que sea así", dijo. Y también dijo que Rubalcaba tiene "un rumbo y un proyecto", que lo "explica muy bien porque tiene las ideas claras, y hace muchas cosas porque es un trabajador infatigable y eficaz". Pero, al decir de Zapatero, la mejor definición de Rubalcaba se contiene en cinco palabras: "Un candidato directo y esencial (porque va a la esencia de las cosas)".
En el detalle de su "apoyo incondicional" a Rubalcaba, Zapatero renunció con generosidad a todo el mérito que a él le corresponde para atribuir por completo a su exministro del Interior la responsabilidad de que ETA esté "agónica como está". "Esos son los recortes que ha hecho Rubalcaba: a ETA, a las muertes en carretera, a la inseguridad ciudadana...", recitó en defensa del candidato socialista frente a los ataques que recibe del PP.
Incluso la parte de su intervención que dedicó a su adiós personal la convirtió Zapatero en un alegato a favor de su sustituto. Con tono emocionado, dio "cientos y miles de gracias" por "el apoyo incondicional" y "la lealtad" que en los momentos más difíciles ha encontrado en el PSOE ante "decisiones" que ha tomado "sabiendo que eran difíciles" para el partido, una actitud de "apoyo solidario" que alabó "muy especialmente" en el candidato. "Ahora, todos con un apoyo total y pleno a Alfredo Pérez Rubalcaba", fueron sus últimas palabras.
González reclama que se conjuguen ajuste y medidas de reactivación
"El deber con España"El grueso de su discurso lo constituyó una reivindicación de su gestión de Gobierno. En su balance, juzgó "tan importantes como los avances de la primera legislatura" en derechos y libertades, las reformas económicas acometidas en la segunda. "Tened la convicción de que era nuestro deber con España, más allá de los errores cometidos", afirmó. Tuvieron sus palabras un cierto regusto de autocrítica, pero fueron, sobre todo, una defensa global de sus decisiones, persuadido como está de que, cuando se pueda tener perspectiva histórica, "se dirá que gracias a esas decisiones [de ajuste económico]" se evitó una situación muy grave para España".
El presidente explicó ayer, como algunos de los suyos le han reprochado que debió haber hecho antes, que su primer objetivo fue garantizar que España "pueda financiarse por sí misma y no tener que pedir ayuda, porque eso nos hundiría para mucho tiempo". Y, según reivindicó, se ha hecho "manteniendo intactos los tres grandes pilares de cohesión, como son la sanidad, la educación y las pensiones".
Pero, puesto a elegir una guía de actuación que en este tiempo haya entendido como prioridad de prioridades, en un tono muy personal que dejó aflorar el sufrimiento que le han procurado algunas de las decisiones tomadas, reseñó: "He hecho todo el esfuerzo que ha estado en mi mano para proteger al máximo posible a todas las personas sin empleo". Y también en una clave muy personal, aunque utilizara el plural mayestático, reivindicó otro de los empeños que le procuró jirones políticos y que sólo el tiempo le reconocerá: "Hemos hecho lo que estaba a nuestro alcance para acabar con la violencia".
Ante la crisis económica, Zapatero hizo una firme defensa del euro y del proyecto de una Europa unida. Pero este fue un territorio que ya había barrido Felipe González, presidente de un comité de sabios sobre el futuro de la Unión Europea. El expresidente no sólo explicó la crisis con la claridad expositiva de quien habla con "mi compadre", sino que avanzó hasta marcarle a Zapatero la agenda de lo que tendría que hacer en el tiempo que aún le queda de mandato, hasta que a finales de diciembre sea investido el nuevo presidente.
Una salida europea"Tenemos bastante títulos para poder decir que estamos haciendo los esfuerzos de ajuste y de estabilidad presupuestaria. Para decir que ahora exigimos gobierno económico [europeo] y coordinación fiscal, que los demás hagan el mismo esfuerzo para garantizar la estabilidad presupuestaria, que se pongan en marcha los eurobonos y los tipos de interés", dijo sin ocultar sus reproches a la canciller de Alemania.
Así, tras proclamar su determinación y libertad para "decirle la verdad de sus errores a quien sea, incluida Angela Merkel", evocó la "idea fuerza" que guió la reunificación de Alemania, a la que él contribuyó en primera línea de apoyo a Helmut Khöl: "Se hizo para que hubiera una Alemania europea y nunca más una Europa alemana".
En su lección magistral sobre Europa y la crisis, advirtió de los riesgos de la terapia decimonónica del sangrado. "Tiene unos límites porque si sigues sangrando al enfermo lo estás debilitando. Hay que hacer el ajuste y, al mismo tiempo, buscar caminos para reactivar la economía", defendió. Y, de paso, aireó "los intereses bastardos" de las agencias de calificación de riesgos. En resumen, vino a decir que los socialistas, como Europa cuando "el mundo cambió", están "distraídos" y es momento de despertar antes de que sea tarde.
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