Este artículo se publicó hace 15 años.
Zelaya denuncia ataques a la embajada de Brasil en Honduras
El depuesto presidente de Honduras, Manuel Zelaya, denunció el martes ataques de policías con bombas lacrimógenas a la embajada de Brasil en Tegucigalpa, donde se refugió tras volver sorpresivamente al país después de casi tres meses del golpe que lo sacó del poder.
Por su parte, la jefa de Gabinete de Brasil, Dilma Rousseff, declaró que la entrada de Zelaya en su embajada de Brasil no significa que recibió apoyo del Gobierno brasileño para hacerlo.
Un testigo de Reuters dijo que efectivos policiales desalojaron de madrugada a cientos de personas que se manifestaban a favor de Zelaya en las afueras de la sede diplomática con bombas lacrimógenas, aunque no se conocen datos de heridos.
En Tegucigalpa hay toque de queda desde el lunes y estará vigente hasta el martes por la tarde.
"Están atacando la embajada de Brasil, con sonidos estridentes para enloquecer a la gente que está aquí, están atacando con bombas la embajada de Brasil", dijo Zelaya en declaraciones a Telesur.
"Vine pacíficamente y desarmado, como usted lo ha visto, y hemos sido recibidos prácticamente a balazos, los he invitado al diálogo y nos contestan con metralletas, nos contestan tirando gas a la embajada para dispersar al pueblo, afectando, hiriendo con disparos", agregó.
Dos bombas lacrimógenas cayeron dentro de la sede diplomática, de acuerdo con el testigo de Reuters.
SIN APOYO DE BRASIL
La ministra brasileña declaró a la prensa que "el hecho de que haya entrado no significa en ningún momento que Brasil incentivó, adoptó, dio cobertura ni nada de eso, simplemente respetó. Eso es derechos humanos elementales".
Según Rouseff, Brasil no está interfiriendo en asuntos internos de Honduras. "Esa regla de asilo es una regla de civilización, no es una regla de incivilidad, de barbarie. Nosotros no estamos interfiriendo", remarcó.
Además justificó el gesto de Zelaya recurriendo a la resistencia de militantes de izquierda en la época de la dictadura brasileña, entre 1964 y 1985).
"¿Cuántos de nosotros no hicimos eso en el pasado?", preguntó esta antigua guerrillera.
El retorno clandestino de Zelaya, a quien el Gobierno de facto pidió a Brasil entregarlo para apresarlo, agitó el fantasma de violentas protestas callejeras.
Zelaya convocó a sus seguidores a acudir a la sede de la embajada de Brasil en la capital hondureña para manifestarse e hizo un llamamiento a las fuerzas armadas de su país a respetar al pueblo.
"La embajada está rodeada de policías y militares (...) prevengo actos de mayor agresión y violencia, que van a ser capaces de invadir hasta la embajada de Brasil", sostuvo Zelaya.
El Gobierno de facto en una carta diplomática criticó el lunes por la noche a Brasil y responsabilizó al país sudamericano de eventuales episodios de violencia.
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