Este artículo se publicó hace 15 años.
Zelaya y Micheletti encaran al fin un diálogo pero desde posturas inconciliables
La mediación del presidente de Costa Rica, Óscar Arias, en la crisis de Honduras, que las dos partes en conflicto aceptaron, se perfila ya como una tarea titánica, pues el depuesto mandatario Manuel Zelaya y el nuevo gobernante Roberto Micheletti, impusieron condiciones irreconciliables.
Mientras en Tegucigalpa los defensores de uno y otro volvían a medir fuerzas en las calles con manifestaciones pacíficas, en el ámbito diplomático, la Organización de Estados Americanos (OEA) se veía desplazada a un segundo plano por la irrupción de Arias, que cuenta con el importante aval de Estados Unidos.
Sin embargo, tanto Zelaya como Micheletti acogieron con aparente satisfacción la propuesta de intermediación del presidente costarricense, pero negaron que vayan a ir el jueves a Costa Rica a negociar, sino para ofrecerse mutuamente una salida honrosa a cambio de ceder en sus respectivas pretensiones.
Para el gobernante depuesto, la mediación de Arias no es más que una "plataforma de retiro para los golpistas" y su restitución en el poder, del que fue expulsado por los militares el 28 de junio.
"No estamos haciendo una negociación. Hay cosas que no son negociables. La restitución del sistema presidencial en Honduras no es un asunto que está en negociación en ninguna parte", dijo Zelaya.
Por su parte, Micheletti, nombrado por el Congreso hondureño como sustituto interino de Zelaya, insistió en que el posible regreso al poder de este no es una cuestión que esté sobre la mesa.
"No vamos a negociar nada, vamos a dialogar", coincidió con el depuesto mandatario hondureño, que insistió en que no hubo un golpe de Estado, pero señaló: "Si hay alguna situación en que hemos cometido errores, pues los vamos a rectificar".
Pero mientras Zelaya sí concedió que en la mesa de diálogo se buscarán "salidas honrosas" para todos, Micheletti aseguró que no aceptará el regreso de aquél al país "si no es a entregarse a los tribunales de justicia".
En el mismo sentido, se pronunció la Corte Suprema de Justicia de Honduras, que lo único que está dispuesta a conceder a Zelaya, acusado por la fiscalía de delitos como traición a la patria, violación a los deberes de los funcionarios o desobediencia, es a la posibilidad de una "amnistía política", aunque no en lo referido a "delitos de índole general o comunes".
Uno de los pocos puntos de convergencia en los discursos de Zelaya y Micheletti parece apuntar a un adelanto de las elecciones, previstas para el próximo 29 de noviembre, posibilidad que había sugerido el presidente interino la semana pasada.
Zelaya aseguró hoy que estaba abierto a convocarlas anticipadamente, aunque luego matizó que no estaba dispuesto a permanecer en el poder "ni un solo día, ni un solo minuto, ni un solo segundo menos" que el que establece su mandato y que termina el 27 de enero de 2010.
A pesar de todos estos obstáculos, Arias, que ofreció su propia residencia como sede de las negociaciones, reconoció la dificultad de su misión y adelantó que no produciría resultados "de manera inmediata".
El jefe de Estado costarricense, que ganó el Nobel de la Paz en 1987 por ser el artífice de la paz centroamericana en esa década gracias a su impulso a los tratados de paz de Esquipulas, reconoció que "hay temas que van a traer mucha controversia y, sin duda alguna, no va a ser fácil, por lo que se requiere perseverancia",
Sin embargo, el objetivo fundamental es "no dejarlos salir de aquí (a Zelaya y Micheletti) sin que encontremos una solución", subrayó.
Su intervención, en cualquier caso, ha dejado malparada a la OEA, que desde que estalló el conflicto se empeñó al máximo por una rápida resolución de la crisis hondureña presionando a favor de la restitución de Zelaya sin éxito.
"Hasta el día de hoy la OEA no ha podido sentar a las partes", decía el propio gobernante costarricense al ilustrar lo complicado de la situación.
Tras este fracaso, el Consejo Permanente de la OEA anunció hoy su total respaldo a la mediación del presidente de Costa Rica.
Además, diversos actores en América Latina han criticado las contundencias de sus medidas contra el nuevo Gobierno de Honduras, al que suspendió del Sistema Interamericano, en comparación con la flaqueza del organismo cuando ha habido violaciones de la democracia en otros países.
Pese a la apertura de esta ventana de diálogo, la comunidad internacional seguía mostrando su apoyo a Zelaya, quien se reunió hoy en Washington con la secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, entre otros altos funcionarios del Gobierno de Barack Obama.
Por otra parte, una misión de políticos y empresarios partidarios de Micheletti hicieron lo propio en Estados Unidos, a donde viajaron para buscar interlocutores para convencerles de la legitimidad del nuevo Gobierno.
El grupo lo lidera el ex embajador de Honduras en EE.UU. Roberto Flores, quien destacó que la intención de esta comisión es "contribuir al diálogo" y valoró el apoyo que dio EE.UU. al proceso de mediación que va a iniciar el presidente Arias.
Desde Moscú, Obama reiteró su apoyo a la restitución de Zelaya por ser el gobernante electo, independientemente de que esté de acuerdo con él o no, en Honduras.
Sin embargo, la clara postura del Gobierno de Washington no evitó que desde Venezuela y Cuba acusaran al "imperio" de estar detrás del golpe de Estado contra Zelaya.
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