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¿El final de qué crisis?

Catedrático de Historia de la Ciencia Universitat de València La génesis del hoy ​ Cuando explotó la burbuja financiera derivada de la ficción del crecimiento indefinido y la prosperidad sin límites parecía obvio que la gran crisis era consecuencia de la lógica del capital y de la desregulación económica y financiera. Regulación y control público parecían la única receta posible para reconducir el desastre y algún dirigente conservador europeo se atrevió entonces a hablar de una nueva etapa del capitalismo. Poco duró ese estado de ánimo. La reacción fue inmediata y tanto los organismos económicos internacionales como los gobiernos europeos de la zona euro se apresuraron a practicar un reduccionismo interesado: en vez de apostar por un nuevo modelo han tratado de convencernos de que superar la crisis es regenerar las instituciones que la habían provocado: bancos, monarquía, partidos políticos... Objetivo: ponerlas de nuevo a funcionar con buenos resultados. Salvar el modelo económico co

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Catedrático de Historia de la Ciencia
Universitat de València

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Medir la salida de la crisis en términos de subempleo y de crecimiento del PIB es un burdo truco de prestidigitación en una sociedad con millones de personas excluidas.

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La estrategia que se postula consiste en alcanzar indicadores económicos positivos a costa de la pauperización. La desnutrición, el hambre, la marginalidad, el empobrecimiento son molestos en tanto que antiestéticos efectos colaterales de una economía política que entiende como final de la crisis la supervivencia exitosa del modelo económico anterior: élites económicas y políticas, bancos y empresas del IBEX. La pobreza y la marginalidad no son deseables, son molestas, improductivas y aportan riesgo de conflictividad. De este modo los excluidos y arrojados al margen -las víctimas que no forman parte de la élite dirigente o de los activos empleados o, mejor aún, subempleados- representan un lastre inevitable. Esta es la caricatura del modelo: la desigualdad social como garantía de continuidad.

Hablemos de nivel de vida

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