Este artículo se publicó hace 16 años.
25 años de lucha por un código libre
La filosofía GNU, ideada por Richard Stallman, inició una revolución en el mundo del software
Blanca Salvatierra
¿Por qué si tiene que cambiar las tuberías de su casa puede pedirle ayuda a un amigo para hacerlo, teniendo en cuenta que es su casa y sus tuberías, y no puede hacer lo mismo cuando se trata, por ejemplo, del sistema operativo de su ordenador? Es la pregunta que plantea el actor británico Stephen Fry en el vídeo que la Free Software Foundation ha preparado para celebrar el 25 aniversario del GNU, un proyecto iniciado por el estadounidense Richard Stallman con el objetivo de crear un sistema operativo que se pudiera modificar y copiar libremente. De él han nacido programas tan populares como Linux o Firefox.
El 27 de septiembre de 1983, Stallman, que trabajaba en el laboratorio de inteligencia artificial del MIT , anunció en varios grupos de noticias el inicio del proyecto. Apenas unos meses más tarde, abandonó su trabajo y en 1985 realizó una declaración formal de objetivos que se plasmó en el Manifiesto GNU .
Su intención era crear una alternativa al sistema operativo Unix (de ahí su nombre, GNU No es Unix) aunque, con el paso del tiempo, lo que se inició como una teoría se ha propagado por todo el mundo en forma de códigos que conforman miles de programas.
"El hecho de que Stallman y la gente que le ayudó creyeran que era posible construir un sistema operativo mejor que el que realizaba una gran empresa y que lo lograran es lo más notable del GNU”, resume Jesús González Barahona, profesor de ingeniería telemática de la Universidad Rey Juan Carlos . Barahona también mantiene que, de alguna manera, el hecho de que hoy en día se instalen con naturalidad aplicaciones como el navegador Firefox se debe, en parte, al proyecto de Stallman porque logró aglutinar esfuerzos individuales, les dio un fundamento legal (la licencia GPL) y ofreció una infraestructura técnica básica para empezar a trabajar.
Modificar y compartir
El software libre es una cuestión de libertad, no de gratuidad. Cuando se habla de sistemas libres, se hace en referencia a códigos informáticos que conforman programas y que se pueden utilizar, modificar y compartir libremente para mejorar el producto, algo que no puede hacerse con sistemas propietarios como el Windows de Microsoft o Mac OS de Apple.
Eso implica que los programadores colaboran con otros, trabajan en el código y pueden difundirlo libremente.El vídeo conmemorativo de la Free Software Foundation resume esta ideología con el razonamiento: “Todo conocimiento se comparte en la ciencia. Y si no es así, es mala ciencia y es un tipo de tiranía”.
Lo que empezó como un proyecto unipersonal se ha convertido ya en una fuente práctica para la que trabajan millones de voluntarios en todo el mundo y que se aplica en los sistemas informáticos en forma de sistema central o mediante distintas aplicaciones y herramientas.
Para el presidente de la asociación de usuarios españoles de GNU/Linux Hispalinux , Jorge Fuertes, “el proyecto GNU surge de la necesidad de compartir y ayudar el prójimo, sin que interfieran intereses comerciales. Una sociedad ética y moderna necesita de propuestas de este tipo”.
La incorporación de Linux
Linus Torvalds desarrolló la primera versión del núcleo del sistema operativo GNU, aunque en ocasiones se identifica al núcleo como el sistema en sí. GNU es una colección de programas que hace que el ordenador pueda trabajar.
Pero, cuando se estaba desarrollando, faltaba una parte de ese sistema, lo que se denomina el kernel, que sería como el corazón del mismo y que controla el funcionamiento del ordenador y va dando paso a los programas. Aunque había un proyecto para desarrollar un kernel GNU, Linus Torvalds ya tenía uno acabado en aquel momento y decidió liberarlo, por lo que se convertiría en la pieza que le faltaba al sistema GNU. Linux no nació dentro del seno del GNU, pero sí forma parte de él. “A veces, se llama a la parte por el todo”, matiza Fuertes.
Los expertos explican que buena parte de los usuarios no perciben las ventajas del software libre porque asocian estos programas al término gratis (ya que en inglés ambas palabras son homónimas, free). Barahona mantiene que, en los últimos años, esta visión ha cambiado. “Es importante destacar que, aunque no se sepa programar, otros usuarios sí saben y mejorarán el sistema que después utilizarán todos los usuarios”, añade.
Con respecto a la diferencia entre filosofía y la aplicación de la misma, Fuertes explica que hay una línea ortodoxa del software libre, “con Richard Stallman a la cabeza, que se ha mantenido inquebrantable”. Barahona añade que en el software libre hay intereses muy diversos y que, aunque hay gente que mantiene los ideales altruistas, también hay compañías que están en este sector para generar beneficios. “La parte más curiosa de esto es que estas dos áreas se complementan muy bien”, matiza con el ejemplo de productos como OpenOffice, que benefician a una empresa pero también a los usuarios.
Jorge Fuertes mantiene que, para impulsar el software libre más allá del terrero privado, es necesario que se cumpla la ley. “Se puede ahorrar mucho dinero haciendo que los sistemas de la Administración pública sean software libre y eso es algo que no se está cumpliendo”.
De hecho, en 2006, el gasto total de software de la Administración General del Estado superó los 160,8 millones de euros, según datos del Observatorio Nacional de Fuentes Abiertas (CENATIC). Barahona cree que lo que falta es información. “La gente debe tomar decisiones informadas sobre cuál es el mejor software y no actuar por inercia. No es una cuestión de elegir software libre porque sí, sino de hacer un análisis completo y actuar en consecuencia, y eso es lo que falta”, añade. Además, este profesor mantiene que las administraciones también deberían cuidar el impacto social de sus decisiones.
El movimiento GNU trascendió al propio Stallman en el mismo instante en el que decidió que iba devolver el espíritu de cooperación que se había perdido entre los usuarios de ordenadores y lo hizo público. Para el presidente de Hispalinux, “su filosofía le sobrevivirá porque es un movimiento social, político y cultural que no admite retorno”.
«Stallman nos invitó a compartir»Testimonio de Juantomás García, destacado miembro de la comunidad 'libre' en EspañaHoy hace 25 años que Richard Stallman creó el movimiento GNU para rebelarse contra lo que él creía que eran las injusticias de la industria del software. Stallman es un hacker que decidió dar un paso adelante y demostrar que había otra forma de hacer las cosas más allá del conocimiento restrictivo.
Tomó la determinación de hacer algo que parecía una utopía: crear GNU y, lo más importante, el concepto del software libre. No tenía ningún sentido que lo que hacían los hackers se quedara en un disco duro o en un cajón. Nos invitó a compartir nuestras creaciones, a que mejoráramos las de otros hackers, a que no pusiéramos límites al uso o la distribución del conocimiento.
Hace 25 años, cuando no había alternativas a los programas privativos, estas ideas sonaban como un proyecto irrealizable. Y se produjo el milagro o quizás no lo era tanto. Lo habitual entre los seres humanos inteligentes debería ser compartir y transmitir las ideas adquiridas.
La idea de Stallman se convirtió en la semilla que necesitaban muchos nuevos hackers. Ahora entre dos y tres millones de ellos trabajan en mayor o menor medida para uno de los mayores proyectos globales de la humanidad: crear software libre para todos, sin restricciones.
Y, gracias a esta filosofía, han surgido proyectos completamente libres tan importantes como las billones de aportaciones de conocimiento que se realizan día a día en Internet.He tenido la suerte de vivir estos últimos 15 años muy cerca del movimiento GNU, de observar cómo ha pasado de ser un asunto marginal reservado a programadores a una filosofía completa que impregna cada vez más la sociedad digital en la que vivimos.
He viajado y dado conferencias, conocido a mucha gente, y todos tenían claro que esta industria, que el gasto en software privativo y la no promoción del conocimiento universal eran un tremendo sinsentido, además de una injusticia. Muchas de estas personas no eran expertas en programación, pero empezaron a apostar por la aplicación de su filosofía en cada uno de los campos que controlaban.
Hay personas con las que compartí mi conocimiento y terminé aprendiendo más de ellos, en una clara aplicación personal del proyecto GNU. Gilberto Gil, Vinton Cerf, Miguel de Icaza, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, Luis Millán, Mark Shuttleworth,Tim O’Reilly o John Perry Barlow son sólo algunos ejemplos. Todos ellos tienen algo en común: son inteligentes, inconformistas y comprometidos, pero son, sobre todo, auténticos hackers al estilo GNU, aunque no sepan nada sobre programación.
Mi relación con Richard Stallman, como en el caso de tantos otros partidarios del software libre, es de amor-odio. En mi entusiasmo por esta revolución digital, no puedo coincidir con todas sus ideas, pero es otro de los aspectos que distingue al software libre: la disrupción. Hace 25 años, cuando Stallman se cabreó porque no podía modificar el software de su impresora, empezó algo que iba a ser imparable, una verdadera revolución. Y creo que, aunque le hubieran facilitado los controladores de la impresora, lo habría hecho igual. Felices 25 años. Esto no ha hecho más que empezar.
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